Blog de Juan Fernández
De todo un poco, como en botica. Apuntes medioseculares, donde, por hablar, se habla hasta del gobierno. Este blog cuenta con la bendición de los siguientes santos: San Woody, San Humphrey, San Frank McCourt, Santa Almudena, Grande de España, patrona de los canadienses, y Santa Dorothy Parker. Borrachos y borrachas de sombra negra, abstenerse.
jueves, marzo 31, 2011
Con este señor de la foto, todavía en el poder, ha estado medio mundo haciendo negocios hasta hace un rosario. Ilustres mandatarios han jugado el papel de perfectos anfitriones permitiendo que instale su jaima, escoltado por su guardia amazónica, en varios palacios gubernamentales. Otros, a cambio de mirar para otro lado y reírle las gracias, se han llevado un caballo como regalo. Desechemos, por facilón, el comentario sobre su rostro (este rostro, como casi todos, se comenta a sí mismo, parece una enmienda a la totalidad) y centrémonos en su único miembro visible: la mano derecha que emerge de un brazo flácido y minúsculo. El ostentoso anillo, con la correspondiente dosis de piedras preciosas engastadas, obliga al meñique a hacerse a un lado, con la misma displicencia con que se trata a un súbdito acostumbrado a apartarse con un simple chasquido. El resto de los dedos, sarmentosos como corresponde a un anciano, sugiere una sensación de reposo que es contradicha por el envaramiento general, por la pose de felino dispuesto a dar un zarpazo en cuanto el fotógrafo gire sobre su eje de simetría, puede que antes. Del pecho cuelga un broche, una insignia, un símbolo de vaya usted a saber qué hermético código, castrense o religioso. Pero lo que definitivamente aterra no es lo mostrado, sino lo oculto, ese brazo izquierdo que parece agazapado, a la espera de que concluya el engorroso trámite con el fotógrafo para volver a poner la realidad en su sitio, como el titiritero que se despoja de la máscara al acabar la función.
miércoles, marzo 30, 2011
El resto es ruido
Aunque yo soy a la música lo que Mourinho a la prudencia o Aznar a la oratoria, me sedujo la pregunta que formula Alex Ross, conocido colaborador de The New Yorker, al comienzo de la obra, acerca de los motivos por los que mientras que la pintura y otras artes del siglo XX (cubismo, expresionismo...) han sido plenamente conocidas y aceptadas, existe tan gran ignorancia (cuando no abierto rechazo) hacia la música clásica del mismo periodo. Lo cierto es que términos como atonalidad, tritono o disonancia, o compositores como Schoenberg, Berg o Shostakovich, nos resultan bastante desconocidos a la inmensa mayoría (al menos en mi círculo vicioso). En su obra The rest is noise, Alex Ross cubre precisamente esa laguna, y a través de una sabia mezcla de anécdotas, datos técnicos y exégesis de obras y autores, logra que algo que a priori no suscita nuestro interés acabe convirtiéndose en un apasionante recorrido, con algunos momentos dramáticos, otros hilarantes y otros sencillamente deslumbrantes. Saber de los avances estilísticos y formales al tiempo que nos enteramos de que cierta celebridad (el mencionado Schoenberg) descubrió a unos de sus discípulos en la cama con su mujer y que, avergonzado, el alumno decidió colgarse desnudo ante un espejo, o la respuesta altiva de más de uno a las acerbas críticas, o las precarias relaciones entre tanto genio suelto, y el descubrimiento de por qué hay sonidos gratos al oído y otros que nos repelen, los límites de una escala armónica y otros conceptos de una exquisitez intelectual que provocaría la envidia del mismísimo duque de Alba, bien merece el abordaje de esta magna, en todos los sentidos, obra escrita con una prosa brillante, amena y seductora.
martes, marzo 29, 2011
Bajamar
Se esparce por la sala un aire funerario mientras el sindicalista, el bueno de Joaquín, va enumerando la relación de desmanes, recortes, despropósitos, desplantes, incumplimientos, ilegalidades. Le escuchamos como se escucha al heraldo de la derrota, cabizbajos y en silencio, a sabiendas de que no hay paraguas que nos proteja de la inclemente lluvia, que es preciso aguantar el tipo ante este chaparrón neoliberal (es eufemismo, claro, la cosa tiene otro nombre, pero este es un blog urbano) y aguardar tiempos mejores. Esta debacle tiene sus hermeneutas, las razones son por demasiado obvias apenas tenidas en consideración, no hace falta devanarse los sesos: la pérdida de la batalla informativa, el descrédito de lo corporativo, la apología individualista, la ausencia de referentes, el cortoplacismo, la carencia de empatía social, el declive del valor solidario, la apelación propagandística a nuestro segundo cerebro, el de los miedos y fobias, la caricaturización mediática, la insolidaridad de las clases medias (de las altas no hablo, nunca lo fueron), el mimetismo americano... A qué seguir. Joaquín sigue desgranando datos, relatando agravios, como un clérigo oficiando las exequias, y todos sabemos que, tras la noche, vendrá la noche más larga. Que dios nos pille confesados.
lunes, marzo 28, 2011
América fría
Vuelve uno a cruzar El Retiro una mañana típicamente marcera, ventosa y con cielo encapotado, para dirigirse a la Fundación Juan March, donde una exposición con el enigmático marbete de América fría, me aguarda. De entrada, sí que percibo una cierta frialdad ambiental, pues aparte de mí solo deambula por la sala una pareja asimétrica, formada por un cincuentón relamido (acaba de llegar de Bruselas, según le oigo) y una joven arlequinada, de calzas verdes, blusa marina y casaca carmesí. Pero uno va a lo que va, y poco a poco me voy dejando inundar por una marea de trazos preferentemente rectilíneos, por la música atonal de la geometría, la dispar combinación de espacio y color, tratando de bucear bajo esa capa gélida que nada dice a primera vista, acostumbrados como estamos a lo representacional y figurativo. Hay ecos, claro, del cubismo picassiano, del constructivismo ruso, y un espectador dasavisado puede cometer la ligereza de confundir un Torres-García con un Braque o un Gris, pero hay algo en la calidez cromática, en la vocación de simetría, que delata la impronta caribeña, el irrealismo mágico.Me llaman la atención las composiciones en las que el trabajo desborda el marco, juega con mecanismos móviles, invita a que el espectador se sume a la silenciosa danza de los elementos agitados por el aire. No puedo decir que haya conseguido emocionarme, pero cuando abandono el recinto (cuando salí la extraña pareja todavía estaba allí), salgo con la sensación de que eso de América fría no deja de ser un oxímoron más.
domingo, marzo 27, 2011
La chispa
Hace solo unos meses, un humilde vendedor de fruta, Mohammed Bouazizi, quien se mostraba exultante por el género que había conseguido, fue humillado por una policía, Fedya Hamdi, al pretender esta, como acostumbraban a hacer a diario sus compañeros, llevarse varios kilos de manzanas. Cuando Mohammed intentó detenerla, ella lo tiró al suelo, le abofeteó y golpeó con su porra. Luego, el joven vendedor intentó en vano ver a un oficial de policía para protestar: un recepcionista le mandó a su casa. Mohammed prometió a sus compañeros de trabajo que le mostraría al mundo cómo funcionaba el sistema tunecino y se prendió fuego a lo bonzo. El presidente del país, Ben Ali, acudió a visitarlo al hospital y ante las numerosas cámaras le entregó un cheque de 10.000 dinares. Ese mismo cheque le fue retirado a la familia en cuanto los periodistas desaparecieron. Mohammed murió a los pocos días, como consecuencia de las quemaduras. Con su muerte, nacía una revolución, que afecta a numerosos países, y cuyo resultado es incierto pero prometedor. A veces, basta una chispa, como la de un vendedor de frutas, como la de Rosa Parks en Montgomery, para que prenda la hojarasca acumulada a lo largo de los siglos.
viernes, marzo 25, 2011
De la fealdad
Aceptemos llanamente que a nuestro alrededor hay gente fea, con muy mala pinta, mal encarados. Su fealdad no nace de una determinada configuración morfológica, de una distribución más o menos venturosa de sus órganos y miembros, no, es una fealdad que germina en su interior y, en una metástasis lenta pero irrefrenable, va modelando una determinada expresión, un rictus sempiterno de agravio, una actitud biliar y victimista ante la vida, que se traduce no solo en el gesto hosco, los labios fruncidos, el entrecejo hostil, una rigidez extrema en los movimientos, una querencia mórbida por el mantenimiento del statu quo, por la tradición y la liturgia, sino también en el verbo afilado como guadaña, en la palabra como ariete para tumbar al contrario, en su sonrisa bélica. Quién no conoce a alguien así, quién no ha tratado en vano de aplacar su cólera jupiterina, de ofrecer parte de nuestras convicciones, de renunciar a parcelas de nuestro íntimo ideario a cambio de su indulgencia, como quien sacrifica un ramillete de doncellas para aplacar a los dioses: tan inútil como domar una víbora o domesticar un dragón. Deberíamos hacer más caso a Bergson y, guiados por nuestra intuición, reconocerlos a primera vista y prohibirles, bajo pena de excomunión, que incumplan la orden de alejamiento.
jueves, marzo 24, 2011
Entre el cielo y el suelo
“Central Park, 1967,” photographed by Mary Ellen Mark, in the issue of October 4, 1999.
Mientras tres figuras borrosas (una de ellas sin rostro, pero tan anónima como sus compañeras de imagen) miran hacia el objetivo de la cámara, una niña parece aprovechar el descuido, el momento de arrobo, para lanzarse al vacío desde el alféizar de un muro. Se aprecia en sus brazos, en el vuelo de su falda, de su abrigo y de su trenza infantil, en el rastro de su sonrisa, el efecto liberador provocado por el vértigo, el desafío fugaz y hermoso de un sueño. Con la congelación del instante, al igual que las figuras de la urna del poema de Keats, nuestra joven protagonista está conquistando la eternidad. Poco nos importa que las leyes de la gravedad, la lógica de las parábolas y el sentido común conspiren en su contra, y que una de las figuras del trío parezca reflejar en su rostro el pánico por el escenario de allá abajo: la niña también se ha ganado, con su arrojo, el derecho permanente a la ingravidez
Mientras tres figuras borrosas (una de ellas sin rostro, pero tan anónima como sus compañeras de imagen) miran hacia el objetivo de la cámara, una niña parece aprovechar el descuido, el momento de arrobo, para lanzarse al vacío desde el alféizar de un muro. Se aprecia en sus brazos, en el vuelo de su falda, de su abrigo y de su trenza infantil, en el rastro de su sonrisa, el efecto liberador provocado por el vértigo, el desafío fugaz y hermoso de un sueño. Con la congelación del instante, al igual que las figuras de la urna del poema de Keats, nuestra joven protagonista está conquistando la eternidad. Poco nos importa que las leyes de la gravedad, la lógica de las parábolas y el sentido común conspiren en su contra, y que una de las figuras del trío parezca reflejar en su rostro el pánico por el escenario de allá abajo: la niña también se ha ganado, con su arrojo, el derecho permanente a la ingravidez
miércoles, marzo 23, 2011
La madre muerta
Meghan O'Rourke, una escritora estadounidense, decidió contar por escrito, como método catártico, la muerte de su madre. En su narración, da cuenta no solo del curso de la enfermedad, de la dolorosa terapia, del avance implacable y las huellas del deterioro en el cuerpo de la víctima, sino que traza también una semblanza de la madre, los primeros recuerdos de ella, habla de las tardes compartidas, las vacaciones, las lecturas, cómo guio sus primeros pasos como escritora. Hay momentos de intensa emotividad, claro, como la descripción del instante mismo del tránsito, las últimas palabras, la dificultad de aceptar la pérdida, la imposibilidad de hacerla retornar. Y concluye con una sentencia inquietante: no es Orfeo quien trata de regresar a Eurídice al mundo de los vivos, sino que es esta quien, desde su reino de sombras, le reclama con la seguridad que proporciona saber que, de todas las citas, esta es la única que no podemos ignorar.
martes, marzo 22, 2011
lunes, marzo 21, 2011
Haydn, Caballero, Polonia y un camarero siciliano
Un domingo por la mañana, bien aprovechado, da mucho de sí. Atraviesa uno El Retiro, con esa luz de primavera impoluta, camino del Círculo de Bellas Artes, con el pretexto de escuchar al coro Vía Magna, y como llego antes de lo previsto me meto entre pecho y espalda dos exposiciones. La primera, del pintor José Caballero, con cuyos cuadros de geometrías esquemáticas y atrevidas, con un abstraccionismo cargado de tintas negras, distorsionando el espacio en un juego asimétrico de perspectivas, paso un buen rato. Luego me zambullo en una exposición de pintores polacos, una amalgama de cubismo, expresionismo, abstraccionismo, y advierto en ellos ecos picassianos, también de Braque y de Juan Gris, con ese aire candoroso y desafiante al mismo tiempo de culturas que nos pillan a trasmano, ahítos como estamos de civilización occidental y cultura grecorromana. Y acabo escuchando al coro, Las siete palabras de Nuestro Salvador en la cruz de Haydn, bajo la dirección de Óscar Gershensohn, y me dejo transportar por el oleaje armónico de las voces y el piano (magnífica Marija Pendeva), impregnar por el lirismo espiritual de la obra, por el tono elegíaco que vertebra el conjunto. Luego, como colofón, invito a comer a la familia en un italiano, donde un camarero siciliano muestra, no me pregunte por qué, mucho más interés en mis adolescentes hijas que en mí, que a fin de cuentas soy el pagano.
sábado, marzo 19, 2011
Pater familias
La familia, como institución socioafectivaeconómica no es ni buena ni mala, sino todo lo contrario, que dijo aquel. Es, eso sí, paradójica: sus más combativos defensores (tanto que a poco que te descuides pueden hacerte una avería en la línea de flotación), son unos tipos con sotana que curiosamente se cuidan muy mucho de crear (al menos abiertamente) nuevos grupos familiares. Cualquiera que haya leído a los clásicos sobre esta materia, Engels, sin ir más lejos, estará al tanto de la interrelación de la familia con el sistema productivo, y cómo ambos han ido evolucionando de la mano a lo largo del tiempo. Ignorar este aspecto y refugiarse en martingalas y soflamas moralistas supone no entender nada al respecto. No se trata de reducir una entidad tan compleja y poliédrica a una lectura economicista, los afectos (desde el amor más exaltado al odio visceral) existen, faltaría más, cómo negarlo, pero tampoco de caer en exégesis voluntariosas, llenas, como el infierno, de buenas intenciones. Conozco tantas familias, y de tan amplio espectro, que me resulta imposible dictar una sentencia ecuménica. Desde familias asfixiantes en las que, como en prisión, la primera obligación es escapar, a otras en las que sus miembros gozan, amén de los vínculos afectivos, de la necesaria autonomía para crecer individualmente. Me sorprende, sin embargo, y no deja de ser otra paradoja, que se nos obligue a examinarnos de teoría y praxis para conducir un vehículo pero sea tan elemental y primario el acceso a la condición biológica de padre. Por lo menos, hoy me han caído un auster y un tinto madrileño de crianza que me dispongo a descorchar ahora mismo. A vuestra salud.
viernes, marzo 18, 2011
Con la novela Maletes perdudes acaba de ganar Jordi Puntí, un escritor barcelonés, el certamen Lletra D'Or. La trama, contada sucintamente, consiste en la reconstrucción de una biografía, la del padre camionero, Gabriel, realizada por sus cuatro hijos, Christof, Christophe, Christopher y Cristòfo, nacidos como resultado del trabajo ambulante y viajero de aquel. Uno a uno, los hijos van desfilando y contándonos en primera persona las circunstancias de su nacimiento y los recuerdos, en algún caso muy desvaídos, de su progenitor. Se trata, pues, de una novela polifónica, en la que merced a las diferentes perspectivas, el lector puede ir completando el puzzle, trazando el itinerario exacto de la ausencia paterna. Claro que la no presencia física no es obstáculo para que se erija en el auténtico protagonista, en el hilo conductor de la historia, con su sombra planeando todo el tiempo, un negativo que nos permite el ulterior revelado de su figura. Nos hallamos ante una novela de rostro amable, muy alejada de complejos entramados estructurales o de las ínfulas posmodernistas que de un tiempo acá distinguen la narrativa en boga. Jordi Puntí logra contarnos, desde una impostada sencillez, con un desarrollo más bien lineal, una historia sentimental, la de unos hijos que añoran al padre desaparecido e inician una investigación para encontrarlo y recuperar el tiempo perdido. No me atrevería a calificarla como una gran novela, pero sí creo que es un digno trabajo, con numerosas notas irónicas, unos personajes perfectamente configurados y un estilo liviano al tiempo que eficaz. Recomendable.
jueves, marzo 17, 2011
La batalla informativa
Hoy en día los factores que dilucidan quién se lleva el gato al agua en el campo político, económico y social, la correa transmisora de ideología, ya no son, como lo han sido durante siglos, el púlpito o la sala de banderas. Ambas instituciones, iglesia y ejército, o bien han sufrido un vertiginoso descrédito (la primera) o una acelerada reconversión (la segunda). Es en los enmoquetados despachos de los tiburones de las finanzas y los grandes propietarios de medios de comunicación, acompañados por los think tanks, que vienen a actúar como los antiguos caldereros en las viejas locomotoras de vapor, donde se configuran no solo las reglas del juego, sino quién ha de ser el grupo vencedor. Ante esto, la izquierda actúa como el movimiento rebelde libio: trata de compensar con voluntarismo y razón ética su franca desigualdad, pero ni la una ni la otra cotizan en Bolsa, y si lo hacen, cuando al capital le vienen mal dadas, es de manera provisional, hasta que el gran Leviatán vuelve a tomar fuerza para una nueva embestida. De ahí que sea preciso volver a la abandonada guerra de guerrillas, como ha hecho recientemente Assange con su Wikileaks. Buena prueba de que ha dado en el blanco es la colérica reacción del poderoso cetáceo. Después de todo, puede que la nueva arma revolucionaria tenga el tamaño de un microchip y estemos asistiendo a una nueva reedición de David contra Goliat, televisada en hora de máxima audiencia por la CNN, bajo el patrocinio de El Corte Inglés, donde dicen que ya es primavera.
miércoles, marzo 16, 2011
De la normalidad
Oye, profe, Baudelaire ofrecía una recompensa por matar a su padre, Verlaine le pegó dos tiros a Rimbaud, Conrad se disparó en el pecho, Cavafis se iban de putos, Pessoa era un borracho, Virginia Woolf se suicidó metiéndose en un río con el abrigo lleno de piedras, Dostoievski era un ludópata, Tolstói acabó como un vagabundo, Byron se enrolló con su hermanastra, Sartre compartía amantes con su mujer, Günter Grass luchó con los nazis, Hölderlin hablaba solo y acabó encerrado en la torre de un ebanista, Anne Sexton, Pavese y otros muchos también fueron unos suicidas, Joyce era otro borracho desagradecido, Proust, otro putero, se encerró en una habitación acorchonada, T. S. Eliot era alérgico al sexo... ¿es que entre los escritores no hay nadie normal?
martes, marzo 15, 2011
Los infiernos artificiales
Me pregunto quién será el Melville o el Conrad actual que registre el dantesco espectáculo de un Japón asediado por tsunamis, temblores y escapes radiactivos, quién glosará este ejemplo sangriento del sempiterno combate entre el hombre y la naturaleza, de la fragilidad de la existencia, de la precariedad de la vida. Pero, también me pregunto quién será el Baudelaire de turno que se refiera no a los paraísos, a los infiernos artíficiales, quién denunciará a los consejeros áulicos, a los expresidentes lustrosos, a los creadores de opinión debidamente untados, lubricadas sus almas por una generosa nómina de las empresas del ramo, quién escribirá la crónica negra de este turbio tiempo, quién osará desenmascarar la palabra que sale del labio belfo, del gesto airado, de la verdad mercenaria. Quién, en este erial de oídos sordos, de cretinez y atonía, se plantará ante lo inevitable y, nadando contracorriente, con apenas una ligera oscilación de la cabeza, dirá simplemente no.
lunes, marzo 14, 2011
Jacques Henri Lartigue
Hay en la obra de Lartigue (expuesta en el Caixáforum de Madrid) un canto espontáneo a la felicidad, un elogio de la belleza y un afán pertinaz por paralizar el tiempo y encerrarlo en el marco amable de una fotografía. Desde que recibió como regalo a los siete años una cámara de fotografías, no cesó hasta su muerte, hasta alcanzar las 200.000 fotografías. A juzgar por las mostradas en la exhibición, hay en sus composiciones una obsesión por lo evanescente, sí, pero también un desafío, además de al mencionado paso del tiempo, a la mismísima ley de la gravedad. Muchas de las personas fotografiadas se hallan en pleno ejercicio de una pirueta, en un vuelo, en un salto acrobático, a menudo con el mar de fondo, dentro de una atmósfera liviana e ingrávida, para contribuir aún más a esa sensación de equilibrio precario, de hipérbaton geométrico. Venía de una familia inmensamente rica y con escasa o nula preocupación social, incapaces de ver más allá de los límites de su torre ebúrnea, por lo que uno no debe molestarse en rastrear las secuelas de las diferentes guerras que atravesó su biografía, pero de vez en cuando, qué coño, es hermoso dejarse seducir por un mundo feliz, aunque con esto de la crisis nos quede un poco a trasmano.
domingo, marzo 13, 2011
Pay teachers more
Artículo en el New York Times, sobre el sueldo y las condiciones laborales de los profesores. Lástima que este diario no esté en la lista de lecturas de la ola neoliberal que nos invade. Para quienes no dominen la lengua de don William, les resumiré que lo que defiende Nicholas D. Kristof, es que si queremos mejorar la calidad de la educación, hemos de conseguir que el profesorado salga del tercio de alumnos con mejor currículum académico, y eso solo se podrá conseguir prestigiando socialmente el oficio y ofreciendo salarios atractivos, todo lo contrario de lo que se está haciendo ahora. Y habla también del impacto a largo plazo, para un alumno, de haber tenido un buen profesor. Él, Nicholas, aún recuerda a una profesora de su niñez, Miss Trantina.
sábado, marzo 12, 2011
El silencio de las walkirias
Ha pasado ya un día completo desde el seísmo en Japón, y me preocupa el silencio de las walkirias al respecto. Que a estas alturas ni Aznar, Rajoy, Cospedal, Santamaría, Pons, Losantos, Pedro J. o Rouco (y perdón por la redundancia) hayan denunciado la obvia relación de causa-efecto entre la política del gobierno de Rodríguez Zapatero y el terremoto nipón, solo puede deberse a tres razones: o bien sufren el paralizante miedo a ganar propio del mundo del tenis, cuando el partido está encarrilado y solo falta el punto definitivo, o bien, a sabiendas de que Zapatero ya está cautivo y desarmado, han tenido un último gesto de piedad cristiana con él antes de rematarle con el voto de gracia, o, sencillamente, están perdiendo reflejos. Porque, admitámoslo sin ambages, ¿a quién se le escapa que detrás de este cataclismo está la mano negra de Zapatero y Rubalcaba, quienes en su mezquino afán por desacreditar al expresidente Aznar y su defensa de la energía nuclear no han dudado en provocar un seísmo de esta magnitud para que se produzca un inoportuno escape radiactivo y, de paso, el personal se olvide de los nuevos recortes que se avecinan? ¿No es algo más que casualidad que todo esto ocurra al día siguiente de la conferencia del presidente de la FAES? ¿A quién pretende engañar el mencionado Rubalcaba con su turbio y maquiavélico ingreso en la UCI de un hospital, cuando en realidad quería disponer del tiempo preciso para provocar el temblor y su tsunami correspondiente? Sí, me preocupa este silencio de estos líderes, cuando más necesitamos su pensamiento preclaro y su acción prístina y honesta por la salvación de la España eterna, y me hace preguntarme, con cierto temor, si no se nos estarán amaricomplejinando un poco.
BLACK SWAN - Official HD trailer
En estos tiempos inciertos que vivimos, dados al pillaje cultural, en plena recesión, arriesgar un capital estimable en la producción, rodaje y distribución de una película, me parece una decisión heroica. Se comprende que, así las cosas, los productores se cubran las espaldas y apuesten sobre seguro (todo lo seguro que se puede apostar ante un público voluble e influenciable como pocos). Se trata de captar una estrella, Natalie Portman, darle un barniz cultural pero a la vez popular, Tchaikovsky y su lago de los cisnes, una historia efectista, llena de sobresaltos y golpes de efecto, debidamente aliñada con una música que subraye con trazo grueso, para el espectador menos avisado, los momentos culminantes, un toque psicótico, vale una tormentosa relación madre-hija o una ración de autolisis, una dosis filosófica, el biel y el mal, la dualidad eterna, una cámara dinámica, con los oportunos primeros planos a mayor gloria de la mediática protagonista, la pertinente ración de sexo y vocabulario procaz, voy a comerte el coño, ¿le has comido la polla?, una iluminación tenebrista, y un final apoteósico, a ser posible cargándose a la mismísima prota. Luego solo falta lograr la nominación a los oscars y a los globos de oro. En fin, cine rabiosamente comercial, para pasar una tarde del fin de semana, pero, como los malos vinos, sin regusto alguno.
jueves, marzo 10, 2011
De la muerte
Acude uno al tanatorio por la muerte de la madre de una compañera y, como de costumbre en estos sitios, me sorprende la vitalidad que se respira en el ambiente, casi me atrevería a hablar de una euforia contenida, todo un universo de sonrisas y carcajadas entre quienes acuden a mostrar sus condolencias al deudo. De un lado, la muerte nos torna filósofos de ocasión, con un discurso ramplón, de saldo, preñado de tópicos y ávido de trascendencia; por otro, nos hace sentir, aunque nos cueste admitirlo, afortunados por habernos logrado librar del juego al que nos convoca, baraja en mano, el coronel de Apocalyse now, con esa felicidad primaria que nos provoca haber conseguido sortear en el último instante una mierda de perro sobre la acera.
miércoles, marzo 09, 2011
Penumbra, de Animalario
En esta ocasión, el grupo Animalario, con Alberto San Juan y Willy Toledo a la cabeza, sobre un texto de Juan Mayorga y Juan Cabestany, nos hace una propuesta muy alejada de sus obras referidas a la inmediatez política y social. Se trata de una obra vanguardista, que bebe de varias corrientes: la farsa, el absurdo, el pánico..., que apela a nuestra parte irracional, al famoso segundo cerebro del que hablan los neurólogos, la de los miedos, fobias, frustraciones. Balanceándose sobre la línea de sombra conradiana, saltando en un juego lacerante de un lado al otro del espejo, los personajes, sometidos a una ósmosis incesante, nos muestran su condición de náufragos, condición visualizada gráficamente al convertirse la casa en nave titánica, la tierra firme en un piélago, infestado de pecios, que se cobra su ración de muertos. Son solo cuatro actores: además de los dos mencionados, también actúan Luis Bermejo y Natalie Poza, más una marioneta y una voz en off, suficientes para desenmascararse y desenmascararnos, mediante la reducción al absurdo de nuestros ritos litúrgicos. Y como obra vanguardista que es, la estructura lineal queda dinamitada para dar paso a secuencias, a los fragmentos que resultan de una explosión, y los personajes se nos muestran intercambiables y efímeros, con demiurgos transformados en seres paralíticos ávidos de sexo y padres que no logran zafarse de su soga filial. Hay un convidado final, y no precisamente de piedra, sino de agua: el mar, el mismo mar de todos los veranos, lamiendo voluptuoso una playa a la que, ay, nunca logramos llegar hasta que ese mar nos escupió disfrazados de cadáveres.
martes, marzo 08, 2011
Cuando despertó, Mou todavía estaba allí
Esperanza Aguirre: "Soy de Mou a muerte"
La presidenta de la Comunidad de Madrid asegura que el merengue es "el mejor entrenador del siglo XXI, porque además de entrenar, comunica"
Eros y Tánatos
Seductor infatigable como era, bastó un guiño para que la muerte cayera rendida a sus pies. Luego, valiéndose de la privilegiada posición, ella afiló la guadaña y le segó la vida.
Ghazaros Pharpetsi
lunes, marzo 07, 2011
PA NEGRE
Auspiciada por el goya a la mejor película, Pa negre, de Agustí Villaronga, goza de una segunda oportunidad en los cines españoles. Sobre ella, sobre el premio, corre una leyenda urbana que habla de que lo recibió favorecida por el duelo no solo artístico, también personal, entre Álex de la Iglesia e Icíar Bollaín, los otros candidatos en liza. En cualquier caso, admito que me parece una película más que digna, con un hábil tratamiento de la luz, tenebrosa las más de las veces, rutilante en las escasas secuencias protagonizadas por la familia pudiente, un desarrollo argumentativo con ese punto de intriga que genera en el espectador las dosis de curiosidad necesaria para seguir deambulando por la trama, con un personaje, el del jovencísimo Frances Colomer, Andreu, dotado de una mirada periscópica que le permite observar el envés de la realidad, los momentos en que caen las máscaras y afloran los instintos de todo tipo, sexual, de supervivencia, un reparto, entre los que destacan una atormentada Laia Marull, un despótico y ventajista Sergi López, un acomodaticio Eduard Fernández, una pragmática y resentida Marina Comas, y una atmósfera, magníficamente recreada, de aquellos años de posguerra en los que el oxígeno, no solo el pan de trigo, era un bien escaso y mal repartido, obligando a las gentes de la época a practicar toda suerte de piruetas para sobrevivir, a cubrir sus vergüenzas con harapos y contradicciones, con una moral utilitaria que, en el mejor de los casos, solo les servía para ir tirando. Le sobra a la película, en mi modesta opinión, el uso excesivo de alguna metáfora, como la de los pájaros y los ángeles, y algún subrayado lírico que contrasta con la sobriedad narrativa que caracteriza el filme. Y elocuente la última frase de la película, cuando en el internado otro alumno le pregunta al protagonista quién era la extraña señora que se alejaba por el pasillo: una señora del pueblo que me ha traído un paquete, dice. Era su madre, en realidad, pero aquel fue un tiempo de huérfanos.
domingo, marzo 06, 2011
sábado, marzo 05, 2011
Primos
Habrá quienes, puristas, aleguen que el desarrollo de los acontecimientos, el trazo de los personajes y la resolución de los conflictos sean poco verisímiles, como si la vida misma lo fuese. Entremos en materia: solo la primera secuencia, en la que un soberbio Quim Gutiérrez se dirige a unos estupefactos invitados a su fallida boda, justifica con creces el precio de la entrada. Luego, unos diálogos chispeantes, dignos del mejor Allen o Lubitsch, una acción desenfrenada, unas interpretaciones ajustadas a las morfologías de los personajes, con un punto de contención dentro de lo disparatado del guion, un escenario sugestivo (la ciudad de Comillas), la mano diestra de Sánchez Arévalo cambiando de perspectiva para mostrarnos el patetismo de los personajes, unos Raúl Arévalo, Inma Cuesta y Antonio de la Torre, amén del mencionado Gutiérrez, realmente espléndidos, la sabia y equilibrada combinación de vodevil, guiñol, farsa y tragedia, incluso de astracanada, hacen que uno salga con la duda de si ha asistido a una comedia, un melodrama o un divertimento con unas gotas de Schopenhauer. En fin, cuando una película consigue hacerte reír y llorar, en ocasiones en breves intervalos, es porque goza del don de la emoción, un bien cada vez más escaso en nuestro cine.
viernes, marzo 04, 2011
Sex o no sex
Por si todavía quedaba algún escéptico, el profesor J. Michael Bailey, de la Northwestern University, en Chicago, acaba de confirmar una vez más que la realidad imita al arte. No sé si recuerdan la secuencia de la película El sentido de la vida, de los Monty Python, en la que un docente demostraba en la práctica las nociones teóricas sobre sexo que iba explicando. Pues bien, algo similar es lo que ha hecho Mr. Bailey, al llevar a su clase a una pareja que iba ilustrando a los presentes mediante la puesta en práctica de las explicaciones del docente. Tan diligentes fueron en su interpretación que la chica, de 25 años, acabó alcanzando un orgasmo para pasmo de los presentes y espasmo suyo. Tan feliz evento fue alcanzado mediante una sierra eléctrica a la que se le había añadido un dildo. Ignoro qué dirá la Conferencia Episcopal al respecto.
jueves, marzo 03, 2011
Barriando
Charlatán compulsivo como soy, dado a la palabrería y la cháchara, uno de mis mayores placeres es pasearme por el barrio y dejar que el azar comience a hacer de las suyas. Acostumbro a detenerme a saludar a los vecinos, colegas y conocidos de diversas tribus con quienes me encuentro por el barrio, y no es infrencuente que conversaciones que nacen con un intercambio de formalidades, la salud, el tiempo, el trabajo, acaben derivando hacia derroteros imprevisibles, llevándose la palma en este sentido la política, el deporte y el sexo. Sin embargo, hace unos días comprendí que debía poner coto a la longitud de estos efusivos y fortuitos encuentros: las cinco serían cuando salí de casa con el declarado propósito de comprar algo de fruta. Primero me topé con el bueno de Isidro, con quien abrevié el capítulo de urbanidades y me enfrasqué en una sesuda discusión sobre las ventajas de lo público y lo privado; después, tuve ocasión de escuchar con todo lujo de detalles la disertación sobre el estado laboral de mi excompañera Cristina; a continuación, comoquiera que tenía que pasarme por la consulta médica para conseguir unas recetas, mantuve una distendida charla con mi médico acerca del declive de la sanidad y pude enterarme de qué males aquejan en mayor grado a la vecindad; eran las siete y media cuando, con paso resuelto, dirigí mis pasos hacia la frutería. A punto estaba de alcanzar mi objetivo cuando coincidí con mi vecina África, quien me puso al corriente de la marcha académica de sus hijos y me advirtió, economista como es, sobre los sombríos tiempos que nos aguardan. Llegué a la frutería en el preciso instante en que estaban bajando el cierre, pero me dio tiempo para felicitar al frutero por la última victoria de su equipo. Al menos, el esfuerzo no fue por completo estéril.
miércoles, marzo 02, 2011
Del prestigio
Existe una fascinación rayana en la paranoia hacia las clasificaciones. Día sí, día también, asistimos a la exhibición de rankings del más diverso pelaje. En toda Europa, sin ir más lejos, se gastan una auténtica pastizara en un estudio denominado Informe Pisa,tras el cual se comparan las destrezas educativas en diversos países. Aquí en España, se aplican anualmente unas puebas, las CDI, tras las que se elaboran las oportunas clasificaciones, cual si de la liga futbolera se tratase. Pues bien, Malcolm Gladwell, en un sagaz reportaje publicado, dónde si no, en The New Yorker, confirma no solo los bastardos y espúreos intereses que se esconden tras tanto listín y listillo, sino que, con un ejemplo irrefutable, también nos demuestra su escaso valor científico. Hecha la oportuna encuesta sobre cuáles son las mejores Escuelas de derecho en Estados Unidos, la universidad de Penn State ocupa una digna posición, más o menos hacia la mitad de la tabla. Aunque, dado que en dicha universidad carecen de Escuela de Derecho, la posición es, más que digna, milagrosa.
martes, marzo 01, 2011
De cuando la vida toma con uno café
Estoy hablando con una alumna, A.E., sobre cómo hacer más atractivo el periódico de El País de los estudiantes y me sugiere meter un par de fotos en portada. Le confieso que la fotografía es una de mis grandes aficiones y lo mucho que admiro a Robert Capa. El mío también, me replica, pero me gusta aún más Kyoichi Sawada, y para confirmarlo me sorprende al día siguiente con un trabajo que ha hecho sobre él.
En clase de Literatura Universal, en 2º de Bachillerato, les llevo sendos poemas de Anne Sexton, en inglés, y de Paul Celan, en alemán. El primero es Wanting to die y el segundo, Todesfuge. Ambos aparecen traducidos en el libro de texto. Pregunto si hay algún voluntario para leerlos y S. M. (cuyo único defecto es ser un mouriñista acérrimo: le he bajado dos puntos por ello) se ofrece voluntario. Para sorpresa de todos, se pone a leerlo en alemán, con un acento impecable, y no me pregunten por qué, pero al verlos, pienso en nuestros dirigentes políticos y en el conocido verso del Poema de Mio Cid: "¡Dios, qué buen vassallo, si oviesse buen señor!"
En clase de Literatura Universal, en 2º de Bachillerato, les llevo sendos poemas de Anne Sexton, en inglés, y de Paul Celan, en alemán. El primero es Wanting to die y el segundo, Todesfuge. Ambos aparecen traducidos en el libro de texto. Pregunto si hay algún voluntario para leerlos y S. M. (cuyo único defecto es ser un mouriñista acérrimo: le he bajado dos puntos por ello) se ofrece voluntario. Para sorpresa de todos, se pone a leerlo en alemán, con un acento impecable, y no me pregunten por qué, pero al verlos, pienso en nuestros dirigentes políticos y en el conocido verso del Poema de Mio Cid: "¡Dios, qué buen vassallo, si oviesse buen señor!"