Blog de Juan Fernández

De todo un poco, como en botica. Apuntes medioseculares, donde, por hablar, se habla hasta del gobierno. Este blog cuenta con la bendición de los siguientes santos: San Woody, San Humphrey, San Frank McCourt, Santa Almudena, Grande de España, patrona de los canadienses, y Santa Dorothy Parker. Borrachos y borrachas de sombra negra, abstenerse.

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martes, mayo 28, 2019

Una carta más en El País (demediada)

El problema no es que en Madrid haya ganado la derecha. La alternancia en el poder es, además de legítima, muy saludable, para evitar la endogamia, la corrupción y el solipsismo. El problema es que ha ganado una derecha dispuesta a vender su alma al diablo con tal de lograr el poder. Por su parte, la izquierda deberá hacer algo más que lamerse las heridas y recurrir al manido “y tú más”. La desunión interna, el choque de egos y la incapacidad para ilusionar han sido claves. Juan Fernández Sánchez. Madrid

jueves, mayo 09, 2019

El sonajero

         El sonajero hallado junto al cuerpo de Catalina.Entre toda la ingente información con que nos asaltan a diario, ocurre de tarde en tarde que una noticia te impacta como un puñetazo en pleno rostro. En un parque infantil de Palencia, donde antes se hallaba un cementerio, un equipo de arqueólogos ha descubierto, junto al cadáver de una joven mujer, Catalina Muñoz Arranz, fusilada por un pelotón militar, un sonajero. Era el sonajero con que jugaba su hijo de nueve meses (actualmente tiene 83 años) y, al parecer, la madre lo llevaba metido en un bolsillo cuando se produjo su fusilamiento. Luego, fue enterrada en una fosa común, sin ataúd, y rociada con cal viva. Es difícil encontrar un contraste mayor entre dos realidades: la del objeto infantil encarnando la más absoluta de las inocencias, y la extrema crueldad de alguien asesinada tras un juicio sumarísimo, sin la más elemental de las garantías. Crecer significa aprender a convivir con las paradojas, con las sinuosidades de la existencia, con la estupidez y la maldad, y también que hay preguntas, que por mucho que uno se estruje el magín, permanecerán sin respuesta. Una de esas preguntas para las que no encuentro explicación racional alguna es por qué la misma gente que reclama para sí los valores cristianos, entre ellos la capacidad de perdón y la caridad, se niega contra viento y marea a colaborar con algo tan básico como dar sepultura a los miles de muertos que permanecen, 80 años después, abandonados en fosas comunes y cunetas, a la espera de una digna sepultura. Tal vez haya que añadir al decálogo de mandamientos uno más. Uno que hable del derecho de los muertos y sus descendientes a descansar en paz.