Blog de Juan Fernández

De todo un poco, como en botica. Apuntes medioseculares, donde, por hablar, se habla hasta del gobierno. Este blog cuenta con la bendición de los siguientes santos: San Woody, San Humphrey, San Frank McCourt, Santa Almudena, Grande de España, patrona de los canadienses, y Santa Dorothy Parker. Borrachos y borrachas de sombra negra, abstenerse.

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Lugar: Madrid, Spain

domingo, diciembre 05, 2021

Retiro

Giorgio Morandi fue capaz de reducir la materia a una esencialidad kantiana, aplicando la máxima de Hemingway de mostrar solo una mínima parte, con una técnica frugal, engañosamente sencilla. De manera obsesiva, encerrado en su estudio de Bolonia, pasaba los días pintando variaciones de un similar bodegón, como hizo Bach con una de sus piezas musicales. Ese despojarse de lo accesorio, su monástica renuncia a lo superfluo e intrascendente, dotó a su pintura de una dimensión a un mismo tiempo onírica y real y de una musicalidad callada en la que los volúmenes hacían las veces de notas. Morandi me parece una excelente forma de clausurar este blog que nació hace ya dieciséis años, seguramente a lomos de una vanidad inconfesa, de la íntima convicción de que lo aquí narrado tenía algún valor. Me convencía diciendo que uno escribe para los nietos venideros, si los hubiere, con la esperanza de que todo esto tenga para ellos algún interés antropológico, que supieran de exposiciones, libros, películas y obras de teatro de otra época, de las cosas que hizo un su abuelo que tampoco ganara una batalla ni tuviera una espada. Algo me queda, sin embargo, tras el naufragio: un puñado de amigos que me sacan a pasear (a veces sospecho que se ponen de acuerdo para turnarse), unas hijas de las que me enorgullezco, una casa, unos alumnos entrañables, la ilusión de ver publicada en año y medio la que será mi sexta obra, otra novela, Jerarquía, y un proyecto entre manos, un libro sobre el último Goya, Perder la cabeza. Cuando me siento perdido, tiro de memoria y recuerdo a algunos gigantes a quienes tuve la suerte de tratar y querer: los hermanos Ruiz, Claudio y Eusebio, que no se arredraron ante las amenazas de muerte en tiempos herrumbrosos; Lourdes, mi primer gran amor, capaz de superar la más devastadora de las adversidades, la muerte temprana de una hija; Perico, que me enseñó que la verdad puede ser molesta, pero no negociable; mi hermana Paqui, que murió a los 29 años, pero vivió lo suficiente para enseñarnos el significado de la palabra coraje; y Lola, claro, que nos dio una lección de generosidad y valentía sobre cómo sostener la sonrisa y la compostura hasta el último instante, cuando la muerte se abate implacable como un cuervo fúnebre sobre ti, y con quien tanto quería.

Com que palavras / ou beijos ou lágrimas / se acordam os mortos sem os ferir, / sem os trazer a esta espuma negra / onde corpos e corpos se repetem, / parcimoniosamente, no meio de sombras? Eugénio de Andrade, Pequena elegia de setembro

Time, we both know, will decay You, and already / I’m scared of our divorce: I’ve seen some horrid ones. / Remember: when Le bon Dieu says to You Leave him!, / Please, please, for His sake and mine, pay no attention / To my piteous Don’ts, but bugger off quickly. W. H. Auden, Talking to myself

Deberías marcharte. La fiesta ha terminado. Carlos Marzal, El último de la fiesta

domingo, noviembre 28, 2021

Almudena Grandes

 

Ayer murió la escritora  Almudena Grandes, a los 61 años. Además de como lector que disfruta una enormidad con sus novelas, tan bien armadas y contadas, le estaré eternamente agradecido por la generosidad con que trató mi primera novela, El canadiense. Tengo observado, es una ley universal, que de los grandes (y ella lo era, no solo por su apellido), uno recibe a menudo su grandeza. Y de los mediocres, su mezquina grisura. Sin ninguna necesidad, Almudena se deshizo en elogios sobre mi obra. Dijo que era un libro ambicioso, complejo, completo, equilibrado y perfecto. No era cierto, por supuesto, no existe la obra perfecta, y menos la de un diletante inseguro y errático como yo, pero eso es lo de menos: sirva para dar una medida de su magnificencia. En el extremo opuesto se hallan quienes te niegan el pan y la sal. Un excompañero de instituto, en Rivas, todo lo que dijo de mi primer relato premiado fue que le faltaba una coma. Una coma. Su máxima gloria (y castigo) fue dirigir un equipo para elaborar un libro de texto. Años más tarde me llamó para que colaborase. Me negué, obviamente. La verdad es que las personas con la vitalidad y energía de Almudena (y de alguien más que conocí muy de cerca) nos parecen inmortales. Es imposible, pensamos, que ningún obstáculo, por fiero y letal que sea, logre acabar con ellas (casi siempre son mujeres). Construía sus novelas con una rara mezcla de íntima rabia, exhaustiva documentación, una empatía ilimitada y mucho oficio. Te iba atrapando en su urdimbre narrativa con suavidad, con la discreción y la humildad de quien sabe a qué huelen los zaguanes y las corralas. Y cuando te relajabas y anticipabas el final, te sorprendía con un último e inesperado giro, dejándote con una mueca de estupor maravillado. Futbolera y colchonera como fue, le diría que pocos sabían dar las asistencias como ella.

lunes, noviembre 22, 2021

Hamnet

 

Es harto probable que Hamlet, quizá la obra de teatro más universal, no existiría de no ser porque un hijo de Shakespeare, Hamnet, murió como consecuencia de la peste bubónica a los once años. En torno a este personaje y a su madre, Anne Hathaway (y al resto de la familia, en un segundo plano), la escritora irlandesa Maggie O’Farrell ha tejido una obra portentosa. Lo hace con un control tenaz del ritmo, con una hábil estructura narrativa y con una caracterización esmerada de los personajes. Impresiona no solo la cuidadosa documentación que se advierte en la novela, sino también la certera selección de los detalles, cómo va ilustrando la trama con unas pinceladas discretas, sin exhibicionismo alguno. Pero es su tono intimista, salmódico y falsamente monocorde, el que cautiva. Recurriendo a un tiempo presente, que fluye naturalmente, y al uso maestro del estilo indirecto libre, O’Farrell logra iluminar una zona históricamente en penumbra, el trasfondo del bardo al principio de su carrera, cuando aún no era más que un afán sin consistencia, un joven atribulado, lleno de incertidumbres. Es inevitable enamorarse de esa Agnes tan sabia, paciente, rebelde y corajuda que no se resigna a ser una nota a pie de página y que nunca supera la pérdida de su hijo, pese a su tenaz empeño y su dominio de los brebajes terapéuticos de la época. Su voz queda e hipnótica nos va envolviendo en algo que si no es un conjuro, se le parece mucho. Pocas veces he visto reflejado el desgarro del duelo de esta manera: They speak to her, these people. She hears words and voices, murmured mostly, but she doesn´t raise her head. These people, walking in and out of her house, pushing speech and utterances towards her ears, are nothing to do with her. They offer nothing she wants or needs.

lunes, noviembre 15, 2021

Gente que suma

 

A, cansada de vivir en Barcelona, guarda algo de ropa en una maleta, se lleva por toda compañía un perro y dos gatos, saca un billete para San Sebastián y se dedica a recorrer con calma la costa cantábrica. Al llegar a Gijón, algo le dice que este es su sitio y decide quedarse a vivir en esta ciudad. Antonia es ciega. Y mi nueva heroína.
ha perdido hace solo unos meses a su compañera de vida. Solemos quedarnos a hablar después de las sesiones de grupo. Me admira la vitalidad y generosidad que muestra en sus intervenciones. A menudo me tengo que contener para evitar abrazarlo. Una de las veces, a propósito de la pérdida de músculo social tras la tragedia, me dice: solo se van los que nunca estuvieron. 


miércoles, octubre 27, 2021

Espejos

Las personas son espejos que reproducen nuestra imagen. Cada una lo hace a su manera, cóncava o convexa o plana, luminosa o bruna, nítida o borrosa. Hay quienes nos jibarizan o quienes nos expanden, quienes se empeñan en sacar nuestro perfil menos favorecedor y quienes disimulan nuestras taras. Las hay que nos convierten en una caricatura, nos arrebatan una dimensión, mientras otras nos hacen sentir como al viajero que se refugia junto a una chimenea encendida en una noche de invierno. Hay que saber elegir, porque esas imágenes que aparecen en los espejos son con las que construimos nuestra identidad. He observado que tendemos a proyectarnos en los demás, y así el mediocre nos verá como tipos grises y el talentoso realzará alguna oculta virtud. Está, en definitiva, la gente que nos quiere y la que nos desprecia o ignora, la que a lo sumo esbozará una mueca condescendiente y la que nos aceptará con nuestras miserias. Hay que tener mucho ojo con el espejo en el que nos miramos.

sábado, octubre 16, 2021

La fatiga de los materiales

Todo material sufre unos ciclos de tensión que acaban provocando su rotura. En un momento dado, aparece inevitablemente una microgrieta que se va expandiendo dejando como rastro marcas de playa o estrías. Sospecho que en el futuro, cuando se estudie nuestra época, los Weber de turno descubrirán que fue por ahora, en la década de los veinte, cuando la sociedad comenzó a usar nuevas vías para sortear esa fatiga. Otras formas de relación se van asentando entre la población joven. La pareja eterna y la familia nuclear tal como se concibe hoy tienen cada vez menos adeptos. Me choca mucho que la gente se escandalice por el interminable rosario de casos de pederastia en la Iglesia católica. Tanto como que el adulterio se vea aún como un pecado social. Que  no se descubran como una consecuencia más menos inevitable de un modelo que hace aguas por todas partes. En la larga conversación que mantuve en Burdeos con LC, a propósito de la descalificación que algunos hacen de Camus por adúltero, le manifesté mi certeza de que muchos de esos críticos ni siquiera han tenido la oportunidad de serlo alguna vez. El monopolio legal de los cuerpos será observado con el mismo estupor con el que ahora recordamos la prohibición del divorcio.

 

domingo, octubre 10, 2021

Cosas que pasan

 

He visto Maixabel, que te habría gustado mucho, quizá tanto como te gustó Patria. Bollaín logra contar unos hechos terribles desde la mesura y la sutileza, como de costumbre. También he visto Madres paralelas. A ti te habría gustado, seguramente, por lo que de pasional y dramático hay en la película; a mí confieso que me ha dejado frío. Sigo pensando que el problema de Almodóvar, un cineasta exuberante, es que se empeña en escribir los guiones. En teatro fuimos los tres a ver Antonio y Cleopatra. Excelente el montaje y más que aceptables los actores, pero no entiendo por qué para representar a dos enamorados vigorosos y jóvenes se elige a unos actores septuagenarios. En fin. Almudena Grandes habla hoy en su columna del EPS de su cáncer. Pobre. Ya sabes lo mucho que le debo a esta mujer y seguro que recuerdas aquella noche de junio de 2008, tan agridulce. Esta mañana, cerca ya de tu lugar, una bandada de gorriones ha alzado el vuelo a mi paso y he sonreído. Hoy se cumplen once meses. Te seguimos queriendo, gorrión.