De la normalidad
Oye, profe, Baudelaire ofrecía una recompensa por matar a su padre, Verlaine le pegó dos tiros a Rimbaud, Conrad se disparó en el pecho, Cavafis se iban de putos, Pessoa era un borracho, Virginia Woolf se suicidó metiéndose en un río con el abrigo lleno de piedras, Dostoievski era un ludópata, Tolstói acabó como un vagabundo, Byron se enrolló con su hermanastra, Sartre compartía amantes con su mujer, Günter Grass luchó con los nazis, Hölderlin hablaba solo y acabó encerrado en la torre de un ebanista, Anne Sexton, Pavese y otros muchos también fueron unos suicidas, Joyce era otro borracho desagradecido, Proust, otro putero, se encerró en una habitación acorchonada, T. S. Eliot era alérgico al sexo... ¿es que entre los escritores no hay nadie normal?
4 Comments:
Puedes decirles de mi parte que ante tanto suicidio historico-literario, el poeta Juan Manuel Roca desaconseja suicidarse borrachos: "Es el problema del alcohol; alguien puede suicidarse y al día siguiente no acordarse de nada".
Magnífico.
Que estos autores reaccionaran de esa manera tenía una explicación más o menos científica, sin el descubrimiento de la penicilina, no se podian tratar los sintomas neurológicos de irritabilidad, agresividad, debidos la mayoria de las veces a enfermedades infectocontagiosas (neurosífilis) eso junto con un estado de tristeza, melancolia, depresión causado seguramente por una mala alimentación, y un exceso de alcohol, pues es de entender que unas veces les sirviera para crear magníficas obras literarias, y otras se les llevara de la locura, al suicidio.
La anormalidad de los escritores de ahora, pues seguramente que sea congénita, tal vez por algún gen mutante o por la colza o vaya usted a saber...
Me temo que neurosis y creatividad van de la mano, no sé...
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