Blog de Juan Fernández

De todo un poco, como en botica. Apuntes medioseculares, donde, por hablar, se habla hasta del gobierno. Este blog cuenta con la bendición de los siguientes santos: San Woody, San Humphrey, San Frank McCourt, Santa Almudena, Grande de España, patrona de los canadienses, y Santa Dorothy Parker. Borrachos y borrachas de sombra negra, abstenerse.

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miércoles, octubre 31, 2007

De muertes afectivas

Se pregunta Bécquer en una de sus rimas adónde van a parar los amores perdidos. Por su parte, Vila-Matas en uno de sus relatos localiza en un lago chileno el sitio al que van las almas tras la muerte física. Personalmente, vivo las muertes afectivas con similar intensidad que las muertes físicas. Unas y otras suponen la imposibilidad de recuperar a alguien con quien en su momento tejimos una urdimbre de afectos y complicidades. Cabe achacarlo a mi labilidad emocional, pero tengo que admitir que el silencio, un silencio grávido y frío como una losa, de los que por un motivo u otro desaparecieron de mi universo vital, resuena durante un largo tiempo en mis oídos como un aldabonazo en el vacío.

martes, octubre 30, 2007

De nuevo La sonrisa

Me escribe Paquita diciéndome que se han agotado los ejemplares de La sonrisa en su librería. También Pablo, de La Muga, me dice lo mismo. Confieso que, de no ser por la generosa respuesta de los amigos, La sonrisa hubiera pasado sin pena ni gloria. Hay un sinfín de anécdotas conmovedoras que dan fe de la grandeza de muchos conocidos y algún desconocido. Pese a las infames condiciones en que la editorial ha puesto este libro en la calle (manda huevos que me enterase de su salida por la Cadena Ser), ya se ha superado con creces el centenar de libros vendidos en estos cuatro meses. No es que me importe. Uno escribe, como García Márquez, para que le quieran sus amigos (podría añadir y para que le odien sus enemigos, pero no me consta tenerlos), y eso está por encima de eventuales contingencias. Además, ahora a quien tengo por esos mundos de dios batiéndose el cobre es a El canadiense. Y si las fuerzas acompañan, esta semana empezaré la que quiero sea mi última novela, Los cuerpos fugaces. Luego llegará la hora del ensayo antipedagógico, en la línea del magnífico El profesor, para el que ya tengo título: El secundario.

lunes, octubre 29, 2007

Domingo otoñal


El domingo amanece con una tibia luz otoñal. Sobre la mesa se amontonan decenas de exámenes. Abro el correo y compruebo que se agolpan los mensajes de mis alumnos online. Las mujeres dormitan todavía cuando emprendo las de Villadiego y me escapo a ver la exposición La abstracción del paisaje, en la Fundación Juan March. Es un verdadero placer descubrir el tratamiento que del paisaje hacen tipos como Van Gogh, Kandinsky, Rothko, Klee, Max Ernst, Turner, Constable..., distintos tratamientos de la luz, diversas fórmulas para esquematizar las figuras, y un mismo resultado: el arrobo ante lo bello, la confirmación de que sigue existiendo un reino de la luz que, siquiera sea momentáneamente, desperdiga las sombras y acalla los demonios interiores. Al salir, una pareja de nativos, con su banderón con aguilucho, me devuelven a la cruda realidad. Me refugio en El Retiro, ese parque mágico donde uno puede encontrar los móviles perdidos una noche negra.

domingo, octubre 28, 2007

A contratiempo

Sucedió exactamente así: ella sonrió y él se quedó pedaleando en el vacío. Luego, la voluntad y el azar se conjuraron para salvar los abismos, desabrochar los corsés moralistas y encerrar con siete llaves los dicterios de la lógica y el sentido común. Durante un tiempo improbable, ambos se declararon en rebeldía social y cruzaron el espejo para instalarse en un territorio mítico e intangible, donde su única brújula era la pasión y su único horizonte la eternidad. Hasta allí no llegaban, ni siquiera amortiguados, los ladridos de la jauría ni las exigencias del minotauro de guardia; tan solo un rumor fluvial que les convocaba a sumergirse en sus aguas purificadoras y expiar todo el caudal de fracasos y errores. Libres de cargas, sin lastre alguno, en un estado próximo a la ingravidez, se dedicaron a recorrer sus cuerpos usando los cinco sentidos, con la profesionalidad del espeleólogo y la intrepidez del explorador. Las palabras recuperaron su pureza cósmica, sonaban en sus labios como dichas por primera vez; también las miradas aparecían limpias de toda la pátina que una iglesia milenaria, un Estado policiaco y la tradición familiar habían ido depositando sobre ellas.
Pasaban los días dibujando arabescos sobre la piel, midiendo la intensidad de sus espasmos telúricos, escribiendo con trémula caligrafía frases gozosas, balbuceos primarios, todo un catálogo de sentimientos y afectos, desde la exquisitez florentina a la procacidad quevedesca. En su república, no tenían jurisdicción las fuerzas del orden, ningún probo funcionario era necesario para sellar la unión de sus cuerpos, los poetas podían seguir ladrando a la luna en rimbombantes sonetos: ellos dos se bastaban a sí mismos en su patria autóctona e indivisible, eran más que capaces de autogestionar los asuntos del corazón y de la entrepierna.
Fue en una ciudad imperial donde ella tuvo el primer acceso de convencionalismo. Con la vega del Tajo a sus pies, ensartó media docena de tópicos, le habló de cordura, fue vistiendo con epítetos brunos aquella relación, habló de poner los pies en la tierra, de sentar la cabeza, de crímenes y castigos, de caminos a ninguna parte. Él se sintió como el niño que nunca dejó de ser perdiendo su globo, peor aún, estallándole entre las manos. No era consciente de cómo se había ido limando la ilusión, de cuándo había empezado la poda del futuro, pero comprendió con toda crudeza que el viaje había terminado y que en cualquier momento un cariancho revisor, con su mostacho reglamentario, le echaría a patadas del tren. Por eso, y porque sabía que cada palabra sólo serviría para clavar obviedades en el tapiz de la noche toledana, emprendió el camino de regreso adonde pasta plácidamente la mansa muchedumbre.

Publicado en Distrito 19

sábado, octubre 27, 2007

La segunda crítica, en Distrito 19

La sonrisa de Buster Keaton – Juan Fernández Sánchez

Comenta el narrador de uno de los relatos de La sonrisa de Buster Keaton de Juan Fernández Sánchez que “nunca he sido de voz recia y contundente”, aunque sea esa, precisamente, la característica que mejor defina el estilo de este libro, la brillantez de su prosa, ese esfuerzo de estilista convencido para extraer de la cantera del lenguaje pepitas de oro que provocan inevitablemente en el lector una reverencia admirativa o, en el peor de los casos, su simple conformidad. Es el estilo, asimismo, el recurso que otorga unidad a este libro formado por diecisiete relatos breves y una introducción (tan importante o más que cualquiera de los relatos, ya que estamos ante una verdadera declaración de intenciones), un crisol en el que se hermanan las frases hechas y las coloquiales con los términos de raigambre más culta.
Los personajes que habitan las historias de La sonrisa de Buster Keaton son, a su manera, seres desarraigados, personas de carne y hueso que llevan tatuada en su ímpetu la palabra fracaso, aunque no es esta razón suficiente para que depongan las armas de su lucha contra el sistema establecido, que al final se impone, claro. Ejemplo de esto que comento se recoge en el relato Yo (y el Corte Inglés), una historia imposible en la que su personaje se manifiesta absurdamente reacio a los eslóganes de estos grandes almacenes. Está, por lo tanto, claro que lo que mueve a Juan Fernández es sacar partido humorístico a escenas cotidianas con una gracia socarrona, a veces cínica, que no se rinde siquiera ante la brutal inminencia de la muerte.
Dentro de la recopilación encontramos relatos de trama clásica (Tocata y fuga, Tránsito, Ponme algo de Mozart), de tema humorístico y de desenlace ingenioso, junto a otros relatos más intimistas (Bilbao, hora cero, Gatos, Punto de fuga), ambiciosas estampas descriptivas, de trama abierta o sin trama, donde la atmósfera es mucho más importante que la acción. En estos últimos relatos, los mejores a mi entender, Juan Fernández se aproxima al lirismo, a esa peculiar concepción de lo que para él es el relato: esencia, lirismo y humor.
Pocas veces podemos disfrutar de buenos libros editados de modo inmejorable, como en La sonrisa de Búster Keaton, donde una vez más comprobamos complacidos el buen gusto editorial de la Editora Regional de Extremadura.

Juan Carlos Fernández León, escritor

viernes, octubre 26, 2007

Luna llena

Esta mañana, hace sólo tres horas, mientras venía camino del instituto, había una luna tan magnética, tan arrebatadora, que se me ha ido el santo al cielo (nunca mejor dicho) y poco ha faltado para que me pegue un castañazo con el coche. La metáfora es tan obvia que no necesita ser explicada. ¿O sí?

miércoles, octubre 24, 2007

Algunos amigos


Hombre, como críticos literarios, las cosas como son, oye, son poco creíbles: parciales, hiperbólicos, dados al sentimentalismo y la complacencia. Ahora bien, como amigos, cuando el dios justiciero me pida cuentas en el juicio final, le enseñaré esta foto y le diré: señor, bien sabes que mi lista de desastres y fracasos es algo larga, pero acepta que al menos en esto, en lo de elegir a mis amigos, no lo hice del todo mal. Me temo que va a tener que darme la razón.

martes, octubre 23, 2007

A FJB

Mi querido amigo, en este trance habrás de recordar la máxima de Ciorán: si Dios hubiera querido que mirásemos al pasado nos habría puesto los ojos en el cogote.

lunes, octubre 22, 2007

Lucía

Alguien capaz de leerse las más de 300 entradas de este blog de una tacada, invertir dos horas largas de su tiempo en soportar los accesos egocéntricos de un sujeto cuya dudosa gloria literaria radica en haber publicado un libro inasequible, merece ya no una entrada, sino media docena. Durante unos meses, nuestra amistad ha estado en suspenso. Ahora que la hemos recuperado, tengo la certeza de que la nuestra va a ser una amistad de largo recorrido, con muchas cervezas, risas y alguna que otra polémica en el trayecto. Lucía no necesita de ningún panegírico para saber lo mucho que la admiro y quiero.

domingo, octubre 21, 2007

Fito & Fitipaldis y la sintaxis


Escribo en el encerado este mar cada vez guarda más barcos hundidos y les digo a mis alumnos de 2º de Bachillerato que la analicen sintáctimente. CW dice: pero, profe, eso es de una canción de Fito. Sí, le digo, vamos a utilizar el último disco de Fito para hacer análisis sintácticos. Para mañana, sigo, me traéis hecha esta otra: Sabes que soñaré, si no estás, que me despierto contigo.. CW me sigue mirando. ¿Te parece mal que usemos a Fito para analizar?, le pregunto. No, me responde, es que hasta ahora los profesores nos ponían a Cervantes o a Quevedo.

sábado, octubre 20, 2007

How is God today?


Eso es lo que pregunta unos de los delirantes personajes de esta entretenida película inglesa, dirigida por Frank Oz. Siempre me ha parecido una tarea poco menos que hercúlea hacer reír al personal sin recurrir a tópicos o astracanadas. Me refiero a un humor que no atente contra la inteligencia del espectador, en la línea de un Lubitsch o Billy Wilder. En Un funeral de muerte, uno agradece el esfuerzo del guionista por demorar la solución cómica, por el generalmente sagaz ensamblaje de las piezas. Los personajes resuelven decorosamente las situaciones, con alguno de ellos (por ejemplo los personajes del sobrino o el del yerno vocacional) especialmente inspirados. Hay un final feliz pero, qué coño, cuando has pagado 7 euros parece de justicia una cierta reconciliación con la vida. Ya sabemos que ahí fuera, dentro de nada, volverá a hacer frío.

viernes, octubre 19, 2007

El cinturón es un adjetivo

Clase de 1º de ESO. Última hora. Ellos están cansados. Yo también. Toca explicar el adjetivo. Una alumna pregunta: ¿por qué es menos importante el adjetivo que el sustantivo? Decido echar el resto. Sin decir palabra, me quito el cinturón y me lo dejo colgando del cuello. Lógico estupor. Por primera vez en muchos minutos, se puede mascar el silencio. El cinturón es el adjetivo, les digo. Muchas veces sólo es un embellecedor. Lo grave sería quitarse los pantalones, digo... el sustantivo. Ya lo he entendido, me dice. Muy bien, le contesto, pero si alguna vez te quitas el adjetivo, ese día procura no ponerte unos pantalones que te queden anchos. Por si acaso.

jueves, octubre 18, 2007

La invención de la soledad


Encuentra otra hoja de papel. La coloca ante sí sobre la mesa y escribe estas palabras con su pluma:
Fue. Nunca volverá a ser. Recuérdalo.

Último párrafo de la novela
La invención de la soledad, de Paul Auster

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miércoles, octubre 17, 2007

Profe, tú no eres un profe

ML me viene observando desde hace un rato. Me acerco a ella, por si tiene alguna duda, y me espeta:
-Profe, lo bueno de ti es que no eres un profe.

martes, octubre 16, 2007

Arriola

Si me obligasen a elegir un quinteto, solo un quinteto, de personas cuya personalidad me ha impactado (no hablo solo de afectos), Arriola ocuparía un puesto innegociable en él. De existir la reencarnación, yo quiero reencarnarme en el futuro en alguien como ella. Ignoro cuál es la fórmula alquímica de su sonrisa de gala, de su alegría zíngara, de esa forma tan elegante de sortear los escollos e ir dejando tras de sí un reguero de paz y sosiego. Le cuento mis zozobras y ella se ríe, se niega a tomarme en serio, y al colgar el teléfono siempre noto como se las ha arreglado, sutilmente, para darle un masaje de bálsamo a mi alma neurótica. A esta mujer le das una semilla podrida y te devuelve un árbol. Gracias por la música, Mari Ángeles.

domingo, octubre 14, 2007

El Retiro


Sábado, 22.30. La llegada de unos familiares (y sin embargo, amigos) de Barcelona, me saca de mi clausura gripal y salimos a ver Madrid la nuit. Con el sentido común rebajado por tanto fármaco, propongo cruzar El Retiro desde Ibiza hasta la Puerta de Alcalá. En todo el trayecto, por primera vez desde mi llegada a Madrid, no nos topamos absolutamente con nadie. Impresiona bordear el estanque sin ver una sola alma. El silencio nocturno (y el Frenadol) le da una dimensión mágica al lugar. Definitivamente, comparto con Lady B, con Baroja y tantos otros el amor a este parque.

sábado, octubre 13, 2007

Cuando los muertos lloran


-Cuando los muertos lloran, es señal de que empiezan a recuperarse -dijo el cuervo con solemnidad.
-Lamento contradecir a mi amigo y colega -dijo el búho-, pero yo creo que cuando los muertos lloran es porque no quieren morir.

Avventure di Pinocchio, Carlo Collodi

viernes, octubre 12, 2007

Paul Auster y la gripe

Los estornudos y las toses me condenan a la soledad de la habitación. Incapaz de dormir, escojo entre uno de los tres libros que descansan sobre la mesilla. Anita Desai, Vila-Matas y Auster. No me siento con fuerzas para leer a la Desai en inglés y opto por Auster, La invención de la soledad. Bien aprovisionado de pañuelos, me dejo embaucar una vez más por este gran buhonero de historias. No deja de ser paradójico que alguien tan visceralmente desolador como él nos reconcilie con la vida, con lo mejor del hombre. Nos demuestra que, aunque en peligro de extinción, queda un pequeño reducto que resiste al asedio moral de la Triple Alianza: El Corte Inglés, la Iglesia y El Mundo por montera. Buen puente y buena suerte.

miércoles, octubre 10, 2007

Will you please be quiet, please?


Solo por este título Raymond Carver ya merecería entrar en la historia de la literatura. En sus relatos, como en la definición del ente de Kant, hay también una importante distinción entre lo aparente y lo real. Carver nos muestra un mundo supuestamente trivial, con seres anodinos de grises existencias a los que, por lo general, no les sucede nada remarcable. Lo hace con una naturalidad pasmosa, con la fluidez y la mansedumbre de un río por valles de suave desnivel, pero de pronto aparece un meandro inesperado, un sutil elemento en la trama que nos hace sospechar que el terror late bajo esa apariencia irrelevante. En, por citar otro relato, ¿De qué hablamos cuando hablamos de amor?, basta una cordial conversación vespertina entre dos parejas para que comprendamos al fin que lo verdaderamente preocupante de sus relatos es que nosotros bien podríamos ser cualquiera de los cuatro personajes que van sumiéndose, sin ser conscientes de ello, en la oscuridad del ocaso.

martes, octubre 09, 2007

Asimetría

En los manuales de diseño de jardines que me he leído para Los cuerpos fugaces, coinciden en recomendar la asimetría como principio general. En cambio, en un reciente congreso sobre telenovelas, achacan el éxito de estas a una cierta simetría afectiva, algo que el espectador no encuentra en la vida real. En lo que a mí concierne, creo que la vida se parece más a los diseñadores de jardines que a los guionistas de telenovelas. Sorprende comprobar cómo, a menudo, personas a las que diste lo justo en cuestión de afectos, te responden con una fidelidad y un cariño desmesurados. Y cómo a quienes les diste lo mejor de ti mismo, les abriste el laberinto de tu alma, te prestaste a ser su confidente, su pañuelo de lágrimas, su amigo, te arrojan por la borda sin una triste sonrisa de reconocimiento por los servicios prestados.

lunes, octubre 08, 2007

JC

JC reclama, o sea, exige su presencia en este blog, un blog con ese seguimiento, tío, 200 páginas semanales, y no estoy yo, que comparto contigo los cafés a media mañana. JC es un triunfador. Veinte premios literarios le avalan, y es cuestión de tiempo que este hombre pegue el pelotazo y aparezca en los manuales literarios, porque el caso es que escribe condenadamente bien, tiene relatos portentosos, formidables, y yo le animo, venga, ya es hora de dar el salto a la novela, sufrir los rigores del maratón, el dolor del muro y todos esos tópicos que encubren que lo difícil, en este mundo de chóferes, pederastas, moralistas, contables y tertulianos, es crear, ser tú.

domingo, octubre 07, 2007

Conversaciones con mi jardinero


Da la impresión, viendo esta película, de que el cine francés, al menos el que aquí se distribuye, se ha especializado en películas amables que buscan insistentemente tocar la fibra del espectador, arrancarle una lágrima y plantear que otro mundo es posible. Conversaciones trata una vez más el manido tema de la alabanza de aldea y menosprecio de ciudad, con un personaje jardinero que parece tener las claves de la vida y un pintor en crisis, con su pertinente amante joven que le abandona y una crisis, también pertinente, de pareja. La película se deja ver, tiene momentos gozosos, pero el lastre emocional es excesivo y, en algunos momentos, como cuando suena el 2º movimiento del K622 de Mozart en plena actividad jardinera, roza lo patético (aún así, patético como es uno, fue en ese instante cuando solté la lágrima de rigor, Mozart es mucho Mozart). Las actuaciones, sobre todo la de Jean-Pierre Darroussin, bastante correctas. Ah, y el desnudo de la amante, espléndido.

sábado, octubre 06, 2007

Ministerio

No hay nada como tener prejuicios para romperlos. Pasa uno del tráfago del instituto, del bullicio hormonal de los adolescentes, al silencio espléndido de los despachos en el ministerio, con la Avenida de América a nuestros pies, y encuentra a funcionarios trabajando, a Pilar, la secretaria, y a Carmen, mi jefa, ambas con su verbo cálido de bienvenida y su sonrisa educada, y confieso que me gustan estos contrastes, me siento bien ante la mirada caribeña de JM o la sonrisa bravucona de OS en el instituto y la frase exquisita, a media voz, en Arturo Soria. Igual de bien que cuando horas más tarde me reúno con la comisión de cultura en la asociación de vecinos, feliz por hallarme entre gentes de gesto sobrio que miran de frente y te hacen crecer.

viernes, octubre 05, 2007

Once minutos

La alumna ha escogido este título de Coelho. Cuando le pregunto si sabe a qué alude el mismo, me contesta con aplomo: por supuesto, es el promedio de duración de un orgasmo. Incluso el chico que suele dormitar en la última fila recupera de súbito la atención. Orgasmo, ha dicho orgasmo, hombre, a ver por dónde sale este profe nuevo. El profe dice que bueno, habría que matizar, no exactamente, se refiere a la duración media de los clientes de prostitutas, y calla todos los chistes malos que ha hecho con sus amigos acerca de esos once ya famosos minutos. El chico de la última fila, un tanto decepcionado, vuelve a recostarse en la silla.

jueves, octubre 04, 2007

Guadalupe

Definitivamente, las tertulias cafeteras dan mucho de sí. Estamos divagando JC y yo sobre Paul Auster, un tanto ajenos a nuestra ilustre compañera, cuando de pronto ella dice la frase mágica: Yo me he leído a todo Auster. De manera inevitable, JC y yo nos acomodamos en la barra hasta convertirla en nuestro inusitado punto de fuga.

miércoles, octubre 03, 2007

¿Por qué eres tan feliz?

Ella tiene una cierta fama de rebelde y contestaria. En uno de mis paseos circulares por la clase, paso junto a su mesa. Desde la atalaya de sus 18 años, me pregunta: Profe, ¿por qué eres tan feliz?

martes, octubre 02, 2007

Desasosiego

Leyendo otra entrevista con J. Marías, leyendo a Pessoa, a Auster, a Carver, a Pavese, a Larra, a Onetti... me pregunto: ¿por qué los grandes escritores fracasan tan dolorosamente con la sintaxis de la vida?

El espíritu del otoño

Tendré que hablar del espíritu del otoño / ahora que septiembre / ha llegado a su fin. (Espíritu / es palabra sospechosa: no hay / hipócrita que no se cobije / a su sombra.) ¿Será / la embriaguez? ¿El viento matinal / arrastrando hojas / muchachas canciones? / ¿El soplo frío de las estrellas? / ¿Será la belleza / el espíritu del otoño? Hay un límite / para el hombre, un límite / para soportar el peso del mundo. / De la belleza, de la bárbara / orgullosa belleza, ¿quién sabe defenderse / sin miedo de que le reviente el corazón?
Eugénio de Andrade

lunes, octubre 01, 2007

Mataharis

Desde hace tiempo, Iciar Bollain nos tiene acostumbrados a películas sin concesiones, capaces de incomodarnos hasta límites insospechados por lo que de auténtico y veraz hay en ellas. En la última, Mataharis, nos habla de la incomunicación interpersonal, de la dificultad o imposibilidad de romper las inercias o de nadar en contra de la corriente social, de cómo somos esclavos de nuestros prejuicios, víctimas de unos modelos impuestos desde la cerrazón y la hipocresía. Desazona comprobar cómo pese a la buena voluntad y la perseverencia de los personajes, estos se hayan atrapados como moscas chapoteando en la miel, sin más libertad que escoger por qué lado del abismo prefieren arrojarse. Y sin embargo, pese a todo, conmueve ver cómo incluso en medio de la desolación es posible un último resto de ética, una postrera sonrisa frente al pelotón de moralistas. Magníficamente interpretada, con una banda musical a la altura de la sobriedad y discreción de la obra, es una de esas películas supuestamente menores que uno no puede perderse.