Paul Auster y la gripe
Los estornudos y las toses me condenan a la soledad de la habitación. Incapaz de dormir, escojo entre uno de los tres libros que descansan sobre la mesilla. Anita Desai, Vila-Matas y Auster. No me siento con fuerzas para leer a la Desai en inglés y opto por Auster, La invención de la soledad. Bien aprovisionado de pañuelos, me dejo embaucar una vez más por este gran buhonero de historias. No deja de ser paradójico que alguien tan visceralmente desolador como él nos reconcilie con la vida, con lo mejor del hombre. Nos demuestra que, aunque en peligro de extinción, queda un pequeño reducto que resiste al asedio moral de la Triple Alianza: El Corte Inglés, la Iglesia y El Mundo por montera. Buen puente y buena suerte.
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