Arriola
Si me obligasen a elegir un quinteto, solo un quinteto, de personas cuya personalidad me ha impactado (no hablo solo de afectos), Arriola ocuparía un puesto innegociable en él. De existir la reencarnación, yo quiero reencarnarme en el futuro en alguien como ella. Ignoro cuál es la fórmula alquímica de su sonrisa de gala, de su alegría zíngara, de esa forma tan elegante de sortear los escollos e ir dejando tras de sí un reguero de paz y sosiego. Le cuento mis zozobras y ella se ríe, se niega a tomarme en serio, y al colgar el teléfono siempre noto como se las ha arreglado, sutilmente, para darle un masaje de bálsamo a mi alma neurótica. A esta mujer le das una semilla podrida y te devuelve un árbol. Gracias por la música, Mari Ángeles.
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