Identidad
También yo, como Montaigne, me pregunto por los límites del conocimiento. En mi caso, por los límites del conocimiento sobre uno mismo, es decir, sobre mi identidad. Me descubro ahora, tras el cruel zarpazo, lleno de interrogantes, haciéndome una enmienda a la totalidad. ¿Cómo se forja nuestro propio juicio? ¿A qué cúmulo de mentiras e imposturas hemos de recurrir para soportar nuestra imagen reflejada en el espejo? ¿Quién es en realidad ese tipo que te observa cada mañana mientras te afeitas? ¿Dónde está el límite entre la cobardía y la prudencia, entre el miedo y la sensatez? La verdad es que cada vez me inquieta más la posibilidad de haber sido otro distinto a quien presumía, de haber habitado un cuerpo extraño. ¿Cuánta distancia entre el ser y el querer ser podemos tolerar? El tema de la identidad es precisamente el que me ha inclinado a elegir el Goya crepuscular bordelés. ¿Cómo se vería a sí mismo aquel viejecito sordo lleno de achaques? Todo es un enigma.