Impostura
De existir una ciencia llamada termopolítica, y si nos tomáramos la molestia de contrastar datos tan significativos como el coste de las matrículas en la universidad, la tasa de letalidad por el coronavirus o el porcentaje de trabajadores en el sector público de sanitarios y profesores, comprobaríamos algo tan palmario como que son las dos comunidades, Cataluña y Madrid, donde el discurso es más impostado y delirante, las que presentan los peores dígitos. Entonces podríamos formular una ley de la nueva ciencia: el grado de ruido e impostura en el discurso de los dirigentes políticos es inversamente proporcional a la eficacia de su gestión.