Blog de Juan Fernández

De todo un poco, como en botica. Apuntes medioseculares, donde, por hablar, se habla hasta del gobierno. Este blog cuenta con la bendición de los siguientes santos: San Woody, San Humphrey, San Frank McCourt, Santa Almudena, Grande de España, patrona de los canadienses, y Santa Dorothy Parker. Borrachos y borrachas de sombra negra, abstenerse.

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Lugar: Madrid, Spain

miércoles, enero 27, 2021

Percepciones

 


          Qué larga la sombra, qué atronador el silencio, qué denso el vacío. 

domingo, enero 24, 2021

El último viaje

 

Hace un año por estas fechas. Estación de Cambridge, 24 de enero, 2020. Con tu abrigo mostaza, comprado en Dublín, de espaldas. Yo me paré y me quedé atrás para hacer la foto. Había sido nuestro primer día en la ciudad y regresábamos al apartamento de Lourdes. Hay fotografías premonitorias. Fue nuestro último viaje. Te quiero, gorrión.

martes, enero 19, 2021

Duelo

 


Pesa el silencio. Lo que antes era palabra, el abrigo plácido de la conversación, es ocupado por el frío del silencio. El diálogo se convierte en un monólogo delirante. He leído algo sobre el proceso de los duelos. Creo que son reduccionistas. Cada dolor es peculiar. Son muchos los factores que intervienen. A mí no me son de mucha ayuda. La echo de menos cada segundo. Y pobre de mí el día que no me acompañe tu ausencia, gorrión.

domingo, enero 10, 2021

Casa Mari Luz, Mouruso

 

La descubriste tú, ¿recuerdas? Dijiste: vamos a subir por esa carretera. Luego se convirtió en nuestro rincón favorito. Tantas las veces. Las sidras con Mari Luz, Tino, Mariano y Bora, los paseos por el bosque encantado, las rutas, aquella cocina de leña, las conversaciones con la abuela y con Azucena, los paseos en tractor de nuestras hijas, cuando pequeñas. Dos meses ya, amor. Sigue la incredulidad. Duele tanto tu ausencia...

miércoles, enero 06, 2021

O seu sorriso

 

Qué presente estás, mi vida. O seu sorriso aberto contra o muro. Te seguimos queriendo todo. Siempre.

sábado, enero 02, 2021

El padre

 Un año después he vuelto al Renoir Retiro, para ver El padre, de Florian Zeller. Era nuestro cine. En él hemos visto una larguísima lista de películas, solos o con LM y C. No podíamos sospechar, hace un año, cuando fuimos a ver 1917, que aquella sería la última vez. Me ha impresionado ver los vestíbulos vacíos, sin asientos, los espectadores separados y con mascarillas. Parecía el paisaje después de una batalla. La película me ha emocionado. Cuando la inteligencia y la sensibilidad van de la mano es posible el milagro artístico. El guion reproduce el desconcierto progresivo del anciano, representado por un superlativo Anthony Hopkins, atrapado en un laberinto en el que las bifurcaciones se suceden a una velocidad uniformemente acelerada. No hay hilo de Ariadna que le pueda regresar a un pasado que se esfumó para siempre. Sale uno con la amarga certeza de que la pantalla es un espejo en que se nos muestra nuestro futuro. Y para él no hay vacuna que valga.