Astracanada
La astracanada es un subgénero dramático que gozó de cierta popularidad en el primer tercio del siglo pasado, caracterizado por un humor de brocha gorda, unos chistes cuarteleros y un nivel ínfimo. Lo de esta señora, Esperanza Aguirre, de no ser porque hay de por medio una degradación de la calidad de vida de los ciudadanos y un desmantelamiento terrible del estado de bienestar, daría para un buena astracanada. Lo último, ya saben, es su rasgar de vestiduras porque el portal del palacete donde vive ha sido destrozado por dos cretinos. Cualquier incidente, por nimio y trivial que sea, le sirve para presentarse como una mártir prototípica ante el personal y pedir dimisiones a diestro y siniestro (bueno, más a siniestro que a diestro, para qué vamos a engañarnos). Probablemente su gran aspiración sea pasar a la historia como una Thatcher castiza y chulapona, (ya comparte con ella título nobiliario), pero me temo que no será así, sino que será recordada como un macabro a la par que bufonesco personaje, alguien que, pese a su declarado odio hacia lo público, no tiene ningún rubor en llevar decenios viviendo a su costa, algo así como si un ateo se pegara la vida padre a costa de la Conferencia Episcopal de Rouco y sus muchachos. Fíjense con detalle en su sonrisa y juzguen ustedes mismos.
3 Comments:
Nunca te acostarás sin saber una cosa más. Lo digo or lo de la asreacanada.
Hay que ver a la pobre mujer la que le ha caído encima con la xara de angelito que pone. Mírala bien, si es un cielo.
Sucwdw ain embargo que cielos hay muchos. ¡Esperemos que no nos parta un rayo!
Nunca te acostarás sin saber una cosa más. Lo digo or lo de la astracanada.
Hay que ver a la pobre mujer la que le ha caído encima con la cara de angelito que pone. Mírala bien, si es un cielo.
Sucede ain embargo que cielos hay muchos. ¡Esperemos que no nos parta un rayo!
Te dejo un bis, pues mis dedos a estas horas no responden después de tanto tecleteo de competencias y otras chorradas mil.
Yo les metería cadena perpetua revisable a esos dos, que parece ser ni entraron en su casa. Es decir, que allanaron poco. Está en el pograma-pograma-pograma, que diría el otro que tal baila. También, para simplificar, nos podíamos ahorrar el engorroso procedimiento judicial y los fusilamos sin más.
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