Papa Hemingway
En un brillante artículo, John Walsh desmenuza los pormenores que, en su opinión, explican la biografía de Hemingway y su postrer suicidio. Todo arrancaría, como de costumbre, en la infancia: una madre que le vestía como si de una niña se tratase y un padre que lo fustigaba sin piedad. Todo ello alimentó un odio incontenible hacia ambos, hasta que el padre se voló los sesos (como haría él mismo años más tarde) y concentró toda su inquina en la figura materna, a quien culpó del suicidio. Es decir, toda su fanfarronería, la ingesta infinita de daiquiris, whisky, martinis y cualquier otra bebida alcohólica que se le pusiera a tiro, la caza mayor, la pesca en alta mar, la colección de amantes, el amor por el riesgo, los múltiples accidentes, su impronta de macho alfa inasequible al desaliento, su aire bélico, su leyenda de hombre más allá del bien y del mal, obedecía a la necesidad compulsiva de salvar la imagen, de estar a la altura de una leyenda que se fue labrando en el París de la generación perdida (donde le pudo certificar a Scott Fitzgerald que el calibre de su pene era suficiente para satisfacer a Zelda), en la Cuba prerrevolucionaria, en la España guerracivilista, en la África colonial. De todas sus obras, mi preferida es París era una fiesta, una novela crepuscular donde asoma el hombre nostálgico, el más auténtico, aquel que sabía que los resplandores son efímeros y acaban cegando la vista y el sentido común, el que sabía que, en el mejor de los casos, la gloria solo da para una buena cagada de palomas sobre tu puta estatua.
2 Comments:
No sé que dir-te. més que no pas una novel·la, jo la veig com un dietari on anava apuntant tot allò relacionat amb les anècdotes que la vida li oferia al passar per ella. Això sí, és una obra d'un incalculable valor documental per totes les aportacions autobiogràfiques, així com pels coneixements que ens aporta sobre les relacions amb altres plomes d'or en aquella època.
A mi particularment, no m'agrada massa la trama, la veig massa deslligada. I el pessimisme existencial de l'home nostàlgic encara m'agrada meys.
La teua entrada fantàstica, com sempre.
Paris era una de las ciudades en las que vivió sus mejores e idílicos recuerdos, su juventud, su primer amor, sus sueños, sin embargo fué en Madrid donde vivió su madurez, su plenitud, la ciudad en la que confesaba sentirse triste al saber que moriría sin volver a verla.
Hay muchos lugares emblemáticos en Madrid que guardan algún recuerdo del paso de Ernest de la Mancha como decía llamarse a este loco enamorado de las batallas íntimas de los seres humanos.
De su obra, mi preferida es Adiós a las Armas seguramente debido a mi facilidad de empatizar con Jennifer Jones que caía en brazos de un Hudson tan varonil....(sigh)
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