El archivo Dalkey
Reparé en este escritor, Flann O'Brien, gracias a una guía de viajes en la que se mencionaba una anécdota suculenta sobre él: habiéndole prometido a su madre en el lecho de muerte que nunca más volvería a tocar un vaso de cerveza, en lo sucesivo entraba con un guante puesto en todos los pubs, donde siguió su inveterada costumbre de emborracharse. Centrándonos en la obra, ésta podría definirse como una sátira culturalista y desmesurada de la tradición y la mitología irlandesa, con varias andanadas contra su flanco católico (inenarrable el diálogo bajo el mar del científico De Selby con San Agustín) y cultural (genial la aparición del mismísimo James Joyce, quien lejos de haber muerto se ha reconvertido en un peculiar cantinero). Si a esto le sumamos una galería fantasmagórica y disparatada de personajes y situaciones, con un científico dispuesto a acabar con la humanidad en pleno gracias al envío por correo de una sustancia química letal, sargentos de la policía municipal que creen fervientemente en la transmutación de personas en bicicletas, y ponemos al frente del reparto a un curioso detective con todos los prejuicios habidos y por haber, un estilo paródico, lleno de giros verbales, dilogías, intertextualidad, citas de autoridad, continuos cambios de escenario, diálogos febriles, maltas envejecidos en una sola semana, habremos dado con la clave de esta novela: una caricatura devastadora, la deformación concienzuda de la aparente normalidad hasta develar su auténtica faz. Mediante una ironía ejemplar, corrosiva, O'Brien desmonta nuestro argumentario, el entramado bajo el que nos guarecemos para no habitar a la intemperie, le da la vuelta al calcetín de lo cotidiano y refleja nuestra inmensa ridiculez en un espejo inmisericorde.
11 Comments:
La portada me ha recordado el anuncio de Heineken i en este momento me tomaria unas cervecitas, no digo que no. Nunca le he prometido a nadie no hacerlo, pero todavía me quedan las clases de la tarde y con una creo que cantaria hasta en japonés, he,he.
Bromas a parte, jamás había oido hablar de este escritor, pero tu reseña me ha despertado la curiosidad por conocer toda esa galeria de situaciones y personajes desconocidos y así mitigar un poco el sentido del ridículo innato en todo ser humano. Parece que cuando traspasamos nuestros propios umbrales y nos adentramos en historias que nos sobrepasan, conseguimos un refrescante y autentico lavado de consciencia y un RIP absoluto, es como si una autentica sensación de bienstar se apoderara de nosotros. Nos amparamos en el hecho de no haber llegado nunca a tales situaciones y de alguna manera nos autojustificamos.
Buenooooo!!! creo que hubiera sido mejor tomar unas cervecitas, no? Aunque no lo sé. El rollo hubiera podido ser peor, aunque eso si un poco más divertido. Me refiero al mío, eh. No te confundas ahora, que tu reseña, como siempre, es de primera. Qué envidia me das!!!
Gracias por la información. Bye
Supongo que me reconoceras, que cosa más extranya me ha salido en la identificación. No entiendo nada, soy Iris
El libro merece la pena, por original, Iris. Y se puede leer con una pinta al lado. Juan
Solo una?
Si son en Pinto , dos. :)
La libretilla de canutillos no da para tanto título de lecturas pendientes de leer.
Yo os recomiendo "El jardín olvidado" de Kate Morton (la versión femenina de El canadiense)en el que la nieta va en busca de la verdadera historia de su abuela.
Un placer transitar el blog y feliz fin de semana .
No la he leído, la añado a mi cesta. Ahra llevo entre manos Nieve en otoño de Irene Néviroski, bautizada como sucesora de Dostoievsky por El New York Times. Si os confieso la verdad, la elegí porque es muy corta y llevo una época en la que no me concentro. Siempre me he leído los libros de un tirón y ahora me pierdo en cada segundo.
Abrazos a los dos, o mejor, una triple de cerveza. Buen fin de semana y feliz San Valentin.
Por cierto ¿un pinto es una caña? Sólo lo había leído así en El Canadiense. Aqui en mi zona llamamos caña al vaso de cerveza má pequeño.
En Madrid se dice un corto de cerveza y es algo más pequeño que una caña.
Si son en Pinto: dos, era un juego de palabra para referirme a una localidad madrileña donde no destacan precisamente sus pintas, aunque comienzan a tirarse alguna que otra Guinness con cierta solemnidad, sin embargo yo prefiero la mahou bien fresquita.
Siento haberte causado confusión con mi respuesta, pero creo que un pinto de cerveza no existe.
Sorry!
Bueno, pero una pinta si, no?
Quedáis nombradas lectoras y comentaristas de honor del blog. Buen fin de semana y buena suerte. Juan
Ya está traducido al español?
Leed también de éste mismo autor: "El Tercer policía" muy bueno
Publicar un comentario
<< Home