Currículum escolar III
En mi etapa barcelonesa, además del currículum escolar propiamente dicho, llevé a cabo un aprendizaje extramuros, un viaje iniciático por la vida no académica. Durante los veranos (y parte de los otoños), para costearme los estudios, trabajé en una fábrica de leche como peón sin especializar, la categoría social más baja dentro de una pirámide ya de por sí bastante truncada. Aprendí lo que los pedagogos, esa plaga bíblica, llamarían contenidos actitudinales. Omitiré pasajes escabrosos, no aptos para un público selecto como el que aspira a tener este blog, como las duchas de los viernes (adquirí una gran pericia en ducharme sin apoyar jamás los pies en el plato) y la peculiar manera con que Claudio atravesaba la nave de cabo a rabo, y me limitaré a rescatar los pecios más valiosos. Uno pasaba, en cuestión de horas, de jugar al tenis en el escogido club de Pedralbes, rodeado en el esplendor de la hierba de sirenas bilingües, al ambiente cochambroso de una fábrica láctea donde por cuestiones jerárquicas siempre acababas en los peores destinos. No me quejo. Allí aprendí en la práctica, en primera fila, como espectador privilegiado, el valor de la dignidad, gracias a tipos como el mencionado Claudio o su hermano Eusebio, iletrados capaces de poner contra las cuerdas a encorbatados ejecutivos con un par de másters en la faltriquera, o como el Apaños, capaces de mantener a flote la sonrisa en el fragor de la maquinaria. Si mi escasa cultura se la debo, como dije, a Éibar y a Cheste, mi menguante capacidad de rebeldía se la debo a mis compañeros de viaje por aquella vía láctea. Esa misma rebeldía la he echado siempre en falta en mi carrera indocente. Este cuerpo, el de profesores, es en general un cuerpo adocenado, formado en general (yo el primero) por individuos proclives al lamento jupiterino a la hora del café, con unos sindicatos de cartón piedra, burocratizados, a una distancia sideral de la realidad escolar. No se comprende de otro modo que, mientras la administración está procediendo a un programado desguace de la escuela pública, sigamos discutiendo asuntos de índole menor, peleándonos por baratijas mientras cuatro desalmados están repartiéndose el botín a manos llenas. Y aprendí también que para la lucha por la vida es indiferente tener o no un lenguaje exquisito. Aquellos tipos decían haiga y pa'llá, pero a la hora de reivindicar sus derechos tenían la destreza necesaria como para poner sus atributos sobre la mesa mientras clavaban su mirada en el interlocutor y no daban un paso atrás por grande que fuese la embestida del contrario. Tal vez, el problema educativo radique en que sobran cretinos por las alturas y nos hemos convertidos en hombres y mujeres sin atributos por las bajuras. Aunque, al ducharnos, podamos plantar sin temor alguno los dos pies en la ducha, mientras extendemos el gel por nuestras pieles fragantes.
12 Comments:
No hi estic d'acord amb tú. A l'escola, la pública, es clar, sobren homens i dònes que col·loquen els seus atributs on cal. Tot i això, és veritat que sobren crteins que no deixen que això puga perjudicar-los.
Si un blog se alimenta de comentarios,en este parece que estén de sobra. caen en un pozo sin fondo. Se hace caso omiso de ellos.
¿Qué significa que se hace caso omiso de los comentarios? He incorporado muchos de ellos al proyecto de libro.
Significa que muchas veces al hacer un comentario, nos gustaría saber tu opinión al respecto, si te ha gustado o te ha parecido una tontería. El género humano es así de simple, necesitamos un poco de motivación para que nuestra autoestima no se desmorone y una pequeña palmadita siempre nos anima. Tonterias al fin y al cabo, pero nos motivan.
Creo que es innecesario decir que os estoy doblemente agradecido: por leerme y por hacer comentarios.
Puestos a hacer confidencias, aprovecho la ocasión para decirte que echo mucho de menos tus reseñas literarias y cinematogràficas.
SEMPRE SÓN EXTRAORDINÀRIES.
Los Apuntes indocentes finalizarán en poco más de una semana. Luego, retomaré un blog libre, sin límites temáticos. Gracias.
Yo solamente quería decir A LAS BARRICADAS, pero no sabía cómo quedaba ya aquí.
Queda apolillado
Pues tú me dirás, corazón, seguiremos hablando bajito aunque con rima consonante, uno que nos dé por detrás y otro...
Todo es cuestión de probar, a lo mejor nos gusta
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