Éxito
Si aceptamos que el éxito profesional de un docente radica en el aprecio de sus alumnos, debo reconocer, en contra de mi proverbial tendencia al pesimismo, que entonces sí, he triunfado. Ahora bien, si el mismo hay que medirlo en función de parámetros objetivos, como gustan de repetir los pedagogos de la cosa nuestra, entonces no tengo la más remota idea, ignoro hasta que punto mis explicaciones sobre los lexemas, los morfemas y las metonimias calan entre mis alumnos o se secan de un año para otro. Me gusta pensar que, en el peor de los casos, les sirvo de distracción. Cuando algún joven profesor, de muy tarde en tarde, me pide alguna fórmula para la docencia, le replico que no hay ninguna. Yo mismo me considero una persona escasamente dotada para esta profesión: carezco de una voz impresionante, alcanzo cotas alarmantes de timidez ante las situaciones inéditas, organizativamente tiendo de forma natural al caos..., y sin embargo, no he salido malparado. Nunca he creído en los profesores estrella y huyo como de la peste de los carismáticos y de los triunfadores, pero si por un momento logramos olvidarnos de las tablas clasificatorias y las peleas por el reparto de la tarta de afectos, una mutua corriente de afecto entre profesores y estudiantes nunca está de más. Mientras que en otras parcelas de mi vida he sufrido algún que otro naufragio, en mi experiencia laboral son muchas más las luces que las sombras. Es harto complicado que me lleve mal con algún chico, y ya quisiera haber encontrado en algún compañero (y no digamos ya en algunos directivos) la transparencia y honestidad que suelo advertir en mis alumnos, incluso en los más díscolos. Especialmente en ellos.
3 Comments:
Esa relación profesor-alumno es algo muy especial y sirve muchas veces de motivación hacia el estudio o de abandono por parte del alumno. Lamentablemente eso es algo a lo que no pueden acceder todos aquellos alumnos que por circunstacias digamos especiales deben hacer uso de otros sistemas de educación en cierto modo despersonalizados.
Probablemente el éxito de nuestra profesión radica en el hecho de estar interpretando un papel. La tarea del docente es similar a la de un actor, no puedes dejarte llevar por tus emociones, ni por tus días malos, debes en todo momento controlarte en beneficio del buen funcionamiento de la clase. Si en la vida real no fuera mos tan impulsivos y jugaramos a interpretar el papel de nuestra propia vida, tal vez tendríamos más éxito. Tal vez, no lo sé.
Creo que el gran exito de la docencia es que no se interrelacionen padres( A.P.A ) , y alumnos, creo que dicha institución que me persigue, tengo tres hijos, está desnaturalizada, e incordia al docente.
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