Humor
Y aunque no haya recetas, ni fórmulas mágicas, ni conjuros que valgan, creo que no está de más adobar las clases con sendas dosis de humor y afecto. El humor me ha parecido siempre una llave capaz de abrir incluso cofres con cerraduras herrumbrosas y de reanimar corazones helados. En uno de los institutos por los que he pasado, me encontré en mi primer año una atmósfera tan solemne y circunspecta entre los profesores que se me ocurrió inventarme un ránking supuestamente elaborado por las compañeras sobre quiénes eran los profesores más atractivos. Le adjudiqué el primer puesto a Juan Antonio, un joven de 24 años, de Educación Física, que era todo un prodigio de sensatez y cordura. El segundo lo reservé para el que luego sería, y es, mi buen amigo Cebe, un bilbaíno de 1,92 cm, la bondad personificada. Y el tercero se lo concedí a Vicente, al igual que los dos primeros profesor de EF, la viva estampa aria: un mozalbete fornido, rubio y de ojos azules. Su reacción al enterarse de su posición es ya legendaria: cómo es posible, clamaba, quiénes coño han votado. Dejé que el entuerto colease durante una semana, al cabo de la cual le acabé confesando que todo era de mi invención. No pudo reprimir un soplido de alivio. Ya decía yo, me confesó, cómo iba a ser yo el tercero. Lo cierto es que no he conocido a nadie con más éxito entre las compañeras. Como los alumnos estudiosos, si algún día se decide a hablar de sus conquistas, tendrá que pedir unos cuantos folios.
1 Comments:
La clave segun Mccourt está en la verdad, espontaneidad e infinita paciencia. Si a eso le añadimos el humor, tenemos el éxito asegurado
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