Blog de Juan Fernández

De todo un poco, como en botica. Apuntes medioseculares, donde, por hablar, se habla hasta del gobierno. Este blog cuenta con la bendición de los siguientes santos: San Woody, San Humphrey, San Frank McCourt, Santa Almudena, Grande de España, patrona de los canadienses, y Santa Dorothy Parker. Borrachos y borrachas de sombra negra, abstenerse.

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miércoles, julio 30, 2008

Inspectores

La propia palabra tiene unas resonancias inquisitoriales, aparece cargada con unas connotaciones negativas, asociada a otras temibles figuras como la de los revisores de ferrocarril o los propios inspectores de Hacienda. Tampoco ayuda mucho la vía más o menos oscura por la que se accede al cargo, con entradas sinuosas por cuestiones políticas o sindicales. Me temo que se me nota demasiado que no simpatizo mucho con esta figura (y cruzo los dedos para que en sus ratos de asueto ninguno de ellos recale por azar en este liblog). Uno de ellos, de los inspectores quiero decir, con el que tuve el infortunio de cruzarme fue el de la zona al que pertenecía el instituto en el que por entonces trabajaba. Nos había caído (no precisamente del cielo) en suerte una directora nombrada por la administración, pese a que un compañero había presentado su propio proyecto, rechazado por un defecto de forma. El caso es que, sin previo aviso, se nos presentó en el claustro la flamante directora, un ser que espero sea tan singular que carezca de parangón o copia en el futuro. En pocos meses logró convertir lo que era una balsa de aceite, con sus inevitables conflictos, eso sí, pero un lugar relativamente tranquilo, en un polvorín. De entrada, comenzó a actuar de modo harto llamativo: solía aparecer por el instituto cuando ya había acabado la jornada laboral, e invertía sus energías vespertinas en arrojarnos a los pies de los caballos de los padres. El desaguisado era de tal calibre, tan insostenible la situación, que cinco profesores decidimos pedirle audiencia al inspector de zona. El tipo era uno de esos antiguos sindicalistas de Comisiones Obreras que debía pensar que ya era hora de amortizar su lucha revolucionaria. Creo que la expresión diálogo de besugos se inventó previsoramente pensando en esa reunión. Daba la impresión de que su papel era el de portavoz de la ínclita directora. Cuando nos espetó que tal vez nuestro desencuentro con ella obedeciese a que nos había puesto a trabajar, estallé. Yo no soy tan moderado como mis compañeros, le dije, y me va a permitir que le cuente un chascarrillo. ¿Sabe usted cómo llaman a la directora?, le pregunté. Y ante su silencio estupefacto, concluí: la llaman Dios, porque se dice que existe pero nadie la ha visto. No al menos en horario laboral.

5 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Lo que ha contado es tremendo, da miedo.

10:29  
Anonymous Anónimo said...

Muy buena salida. Para tenerle tanto miedo a los inspectores tu impulsividad fue muy acertada. Yo seguramente lo hubiera pensado, pero no me habría atrevido a soltarlo. Muy bueno, en serio.
Aquí en Valencia, los inspectores que nos han tocado son bastante razonables, aunque claro está no dejan de ser INSPECTORES.

13:52  
Anonymous Anónimo said...

Anonimo, gracias

15:51  
Anonymous Anónimo said...

Rectifico el uso incorrecto de los verbos, he usado habría por hubiera. Error incomprensible por mi parte, más bien intolerable.

19:12  
Anonymous Anónimo said...

Rectifico el uso incorrecto de los verbos, he usado habría por hubiera. Error incomprensible por mi parte, más bien intolerable.

19:12  

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