Gente de andar por el barrio III
Con su pelo alisado hacia atrás, perfectamente peinado, luciendo una lustrosa barba de profeta, después de colocar cuidadosamente las bolsas donde lleva sus pertenencias, se sienta en la sala de lectura de la biblioteca y ni siquiera finge leer, ningún periódico, revista o libro entre sus manos, tan solo se limita a observar al resto de los presentes, de forma discreta, eso sí, no demorando la mirada sobre cada uno de ellos más allá de un prudencial lapso. Emana una tranquilidad y un dominio envidiables, y desde su soberbia estampa de patricio arruinado, me sugiere mil preguntas que, por supuesto, nunca tendré el coraje de hacerle. En ocasiones, viejo conocido como es, lo saludo cuando me cruzo con él por la calle, sin que hasta el momento se haya dignado a responderme con algo más que una mirada reprobatoria, como si en su código urbano fuese de mala educación hablar con desconocidos.
1 Comments:
Aprovecha cualquier excusa para mediar palabra con él. Siempre puedes recurrir a preguntar la hora simulando no llevar reloj y a partir de ahí comenzar tu primer asalto verbal.
Si lo dejas escapar. algún dia, cuando dejes de verlo, pensarás que debiste hacerlo. Al menos eso es lo que me suele suceder a mí.
Un abrazo desde Murcia
Publicar un comentario
<< Home