Leyendo a Marilyn
El Ulises de Joyce viene a ser el Everest de la literatura. Es fácil sucumbir bajo un alud de juegos de palabras, caer en un abismo de retórica, morir por falta de signos de puntuación o perderte en cualquier laberinto culturalista. Hay demasiado énfasis en la actitud de Marilyn y es demasiado casual que haya sido sorprendida justo en el final de la novela como para que sea verosímil la posibilidad de que fuese una de las alpinistas privilegiadas que lograse hacer cima en el monólogo de Molly Bloom, pese a la más que probable ayuda del sherpa Arthur Miller. Lástima que muriera sin saber que ella sola valía más que Miller, la pareja de Kennedy y Joyce juntos.
5 Comments:
Això és el que s'anomena una lectura a conciència, no la de Marilyn; la teua és clar. Minimalista i al detall.
Es lo que tiene ser guapa y teñirse el pelo, que siempre te cuestionan tu inteligencia. Demasiadas rubias en el candelabro y escasas las bestias.
¿Juan tu eres moreno
natural?
Nunca he cuestionado su inteligencia. Y soy canoso natural.
Cierto.
No es su inteligencia lo que se cuestiona sino su capacidad de abstracción para llegar al final del Ulises sin agujetas mentales. Pero ella era Marilyn capaz de tener idiotizado a medio mundo con su contornear de caderas, de enamorarle.
¿Canoso con o sin entradas?
Algunas entradas y pocas salidas, me temo, Mares.
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