El comodoro Rubalcaba
Es difícil, contemplando a este hombre, no recordar el poema de Espronceda sobre el reo de muerte. De hecho, en la foto se tienta la corbata como si fuese la soga del ahorcado, intentando tal vez que no le ahogue antes de la hora de la sentencia. Pilota una nave cuyo capitán de navío anterior, un sujeto tan bienintencionado como inepto, se la ha dejado con varias vías de agua, y sabe que su única misión es conducirla con la mayor pericia posible hasta alcanzar puerto y tratar de salvarla del siniestro total y el desguace. Su mirada frontal denota una nobleza teñida de melancolía, y los labios esbozan una sonrisa cómplice, sabedor de que todos estamos al tanto del final de la aventura y conocemos el nombre del mayordomo que se va a hacer cargo de la situación en unas horas, un tipo servicial cuyo mayor mérito reside en asegurar que va a gobernar el navío como dios manda y con sentido común, y que cuando le hacen una pregunta tira de papeles, no vaya a ser que en un ataque de espontaneidad se salga del guion. Rubalcaba conocía la situación, pero también conoce la historia, y sabe que después de cada catástrofe hay que ofrendar un chivo expiatorio a los dioses (léase mercados) para intentar apaciguar su cólera jupiterina. Que dios nos pille confesados.
3 Comments:
Insisto, ya te lo dije una vez, te has dejado la aureola. Alguien, hace ya un tiemp me confesó que era un niño índigo y desde entonces, aunquqe parezca increíble se la veo allá por donde aparece!!!
Estuve ayer en su mitin de cierre de campaña y no terminó de convencerme, creo que su discurso ha estado demasiado centrado en el "nosotros" antes que en el "vosotros".
Sergio, el política har que elegir entre la patada en la boca o la patada en el culo. Un abrazo para ti y otro para JN.
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