Cuando las barbas de Dickens veas mojar...
En enero de 1842, tras sortear varios contratiempos, Charles Dickens logró por fin, a bordo del Britannia, viajar a Estados Unidos. Lo que prometía ser una marcha triunfal, se convirtió en una pesadilla. Comprobó que, en efecto era un autor muy popular allende los mares, pero también que no veía ni un centavo por tan elevadas ventas. Le sorprendió desagradablemente la superficialidad del pueblo norteamericano, y su ausencia de sentido del humor (llegó a afirmar que en todo el tiempo que pasó allí, solo se escuchó reírse a sí mismo). No es extraño que, al partir, anotase en su cuaderno: zarpamos de Nueva York el martes 7 de junio: ¡hurra! Y es que, en demasiadas ocasiones, no hay nada peor que materializar un sueño. Tengas pleitos y los ganes, que diría un clásico.
3 Comments:
Puede que sea doloroso materializar un sueño, pero vivirlo de forma continuada puede desncadenar terribles consecuencias, y en el peor de los casos caer en el síndrome de Clerembault.
Nada que ver con Dickens por supuesto, pero sí con el mundo onírico, llevado a límites extremos. Suerte tienen los quqe cuentan con amigos que les cortan las alas a tiempo.
Que tengas un buen finde.
Amiga Penélope, a veces las alas se cortan solas, porque eran de papel, como algunos tigres, y nunca tuvieron una real vocación voladora.
Mira que de ser as-i, parchearlas es bien fácil :)
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