De héroes y tumbas
Esta semana, aprovechando que había quedado para comer con unos amigos en Casa Mingo, junto a la ermita de San Antonio de la Florida, me he acercado a ver sus frescos y la tumba de Goya. Al pobre Goya no lo han dejado descansar en paz ni después de muerto. Nada menos que en tres cementerios distintos ha estado enterrado. Para colmo, cuando abrieron su tumba en Burdeos, a los cuarenta años de su muerte, descubrieron que sus huesos estaban mezclados con los de su consuegro Martín de Goicoechea y que, horror, faltaba su cabeza. Nunca más se supo qué había sido de ella. Pero lo de su consuegro es aún peor. En la lápida bajo la que se hallan sus restos y los del pintor, ni siquiera aparece su nombre. Con lo que él ayudó a Goya. Recé una oración laica por ambos.
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