Ahora lo entiendo
En mi dispersa juventud, asistía desconcertado al llanto frecuente de mi madre. Ocupado como estaba en mis afanes, me irritaba en ocasiones su exhibición de dolor. Yo mismo presumía de llorar solo con las películas. Era la mía una actitud groseramente insolidaria y egoísta. Ahora sé que llorar, alivia. Y gritar. Y, como los locos, hablar con quien no puede oírte.
4 Comments:
No te diré que es bueno llorar (sobre todo si tienes espectadores) porque es un acto tan íntimo como el de desnudarse ante un desconocido (para una exploración médica por ejem.) pero lo que sí sé, es que no hacerlo no beneficia nada ( en ninguno de los dos casos) Llorar lo hacemos todos más de lo que confesamos.
Yo soy muy llorona, me emociono de ver comer pipas en un parque por cualquier peregrina idea sensiblera que me pase por la cabeza, mi exceso de empatía me sirve para aclarar el lagrimal con demasiada frecuencia.
Hablar sola también lo frecuento, y me doy ánimos a mí misma. En mi trabajo cuando tengo que enfrentarme a una situación difícil suelo decirme Felisita, venga, que tu puedes ( te sorprenderías de ver el efecto, la reacción de mis pacientes y de mis compañeros que siempre acaban sonriendo) no sé si por mi nombre o por la cara de payasa que les pongo.
Ahora te digo que leer lo de "En mi dispersa juventud" me dio un nosequé ...
Era un zangolotino muy perdido, con muchas ínfulas y ningún parné.
Me encanta esa palabra ZANGOLOTINO
Ahora tengo más parné y menos ínfulas.
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