Guille
La mañana avanza espesa. Como siempre que el cielo se encapota y no acaba de llover, me noto abotargado. En el pasillo, mientras me dirijo hacia la cafetería, me topo con el bueno de Guille, un exalumno que, en compañía de su inseparable Víctor, me amenizaba las clases en Bachillerato y aportaba un caudal de buen humor. Le invito a un café, es lo mínimo, y tras charlar sobre cómo van las cosas en el instituto, me extiende un ejemplar de El canadiense para que se lo firme. Tanta generosidad me desarma. Gracias, amigo.
2 Comments:
Petits detalls com aquest ens asseguren que la nostra tasca, a més d'educacional és eminentment afectiva. De no ser així el món de l'educació es cauria pel seu propi pes.
Me n'alegre molt que ho pugues constatar. Darrere d'un gran alumne, sempre hi ha un gran mestre. Enhorabona!!!
y si los momentos encapotados persisten y/o necesitas de un empuje ( aunque pequeño) de moral, te diré que yo tengo un par de ejemplares pendientes de firma ;-)
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