La izquierda exquisita
Ahí estamos, unos cuantos amigos en plena madurez, haciendo profundas disquisiciones y definitivas exégesis sobre los males del mundo, descalificando (yo el más radical de todos, obviamente) al gobierno porque su política mantiene o potencia los desequilibrios sociales, desentonando un poco con nuestros vaqueros y nuestras camisas a cuadros en ese restaurante de clientes engominados, jóvenes superlativas, fotos de famosos y maitre de sonrisa corteinglesa, mientras nos metemos entre pecho y espalda una lubina a la espalda y un vino de los de a 30 euros la botella. Eso sí, cuando pedimos la cuenta somos absolutamente solidarios a la hora de pagar. La socialización del placer.
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