Blog de Juan Fernández

De todo un poco, como en botica. Apuntes medioseculares, donde, por hablar, se habla hasta del gobierno. Este blog cuenta con la bendición de los siguientes santos: San Woody, San Humphrey, San Frank McCourt, Santa Almudena, Grande de España, patrona de los canadienses, y Santa Dorothy Parker. Borrachos y borrachas de sombra negra, abstenerse.

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domingo, julio 26, 2020

In illo tempore

Alguien que lea que en nuestra infancia nos bañábamos en la alberca de Cristo, pensará equivocadamente que se trata de una metáfora religiosa. Nada más lejos de la realidad. La alberca de Cristo era un pequeño estanque junto a una huerta donde por un módico precio nos dábamos un chapuzón los domingos. Era ese uno de los pequeños placeres que nuestra austera condición nos permitía. Había muchos más, claro, la mayoría de ellos gratuitos. Tomar el fresco, sin ir más lejos, contemplando un firmamento cuajado de estrellas y escuchando las voces autorizadas de los adultos, con aquel hablar grave y sentencioso que tanto me admiraba, mientras seguíamos las evoluciones de una salamanquesa en torno a la vacilante bombilla que alumbraba la calle. O hacer excursiones a pie, siempre a pie (el coche era un artículo de lujo solo a disposición de un par de notables y los taxistas del pueblo), a Las Poyatas o a La Cabezuela, y sentirnos durante unos momentos los soberanos del valle que se extendía a nuestros pies. También los interminables paseos por las afueras del pueblo, intercambiando anécdotas y algún chismorreo, dueños de un tiempo infinito, ajenos a los peligros que deberíamos sortear en un futuro próximo. O la lectura de un tebeo o un periódico que algún generoso familiar nos había traído desde la capital. Cualquier nimiedad nos hacía felices: comprar algunas chucherías con la mermada paga dominical; ver una serie (Bonanza, El fugitivo, Mannix, El llanero solitario) y el ineludible partido de fútbol en algunos de los bares del pueblo (la televisión era otro artículo de lujo), el de Monagas, Los Rabicos, Diego o Emiliano; pasar las horas entregados a juegos de todo tipo, la mocha, la rueda, las chapas, el fútbol en el cerro o en la dehesa. Era aquella una felicidad elemental, desprovista de adictivos artilugios electrónicos, no era mucho lo que necesitábamos. Éramos, al mismo tiempo, sin saberlo, inmensamente pobres e inmensamente ricos.

2 Comments:

Blogger Mares said...

...e inmensamente inocentes.

Cuando pienso en mi niñez pienso en Gloria Fuertes en este poema en particular.

Aleluyas del conejo Don Consejo.

Un cepillo para el diente,
freno para la pendiente.
El helado y la manzana
es una comida sana.
Pero el mejor alimento,
es que siempre estés contento.
Un "te quiero" mañanero,
te vale más que el dinero,
Y si tú te lees un libro
no eres borrico borrico.
Ya sabes lo que te digo:
si tú tienes un amigo,
eres rico rico.

Me gustó el relato.

19:49  
Blogger Juan Fernández Sánchez said...

Gloria Fuertes representa muy bien esa inocencia incorruptible, sin duda. También el primer Alberti. Y el Machado de Soledades. Pienso mucho en Machado de un tiempo a esta parte. Tuvo muy mala suerte. Y muy mala muerte.

21:21  

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