Lo que fue presente
En la misma línea de las novelas de Karl Ove Knausgård, Héctor Abad Faciolince se desnuda ante los lectores en este libro de diarios. Todo desnudo tiene algo de provocador, tanto si se hace para exhibir palmito como si el objetivo es llevar a cabo un ajuste de cuentas consigo mismo. Hay, en todo caso, un exhibicionismo narcisista, una necesidad de hacer saber al resto de los mortales la existencia de una identidad atormentada, de un ser que necesita purgar sus pecados. En el caso que nos ocupa, Faciolince realiza una expiación, cumple con una penitencia de origen incierto mediante el relato de sus faltas de toda índole, desde las sexuales hasta las relacionadas con el incumplimiento de sus obligaciones como padre y esposo. Aunque en ocasiones se hace reiterativo y obsesivo, los diarios logran atrapar al lector, perplejo en ocasiones por la osadía y la sinceridad del autor, que no tiene reparo en practicar el escarnio más superlativo consigo mismo. Aunque no alcanza la magia de su mejor novela, El olvido que seremos, estos diarios son sumamente recomendables.
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