Monipodio
Si hiciéramos honor a nuestra etiqueta de seres racionales, el auge de particularismos tribales al que estamos asistiendo no se habría producido. Un análisis elemental nos llevaría a la obvia conclusión de que la forma de combatir los deletéreos efectos de la globalización socioeconómica sería, precisamente, una suma de esfuerzos, y no una dispersión. En un momento en el que la propia Europa sufre una progresiva pérdida de influencia y corre el riesgo de convertirse en un espectador intrascendente en el circo mundial, en su seno se produce una alianza perversa entre una masa narcotizada, unos líderes vanílocuos, unos truhanes de postín y una intelectualidad anacrónica para reclamar que cada territorio tenga su particular patio de Monipodio.
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