In Dublin, fair city...
No sé si es simple coincidencia o algo sintómatico, pero es el caso que la mayoría de las lumbreras literarias irlandesas salieron echando pestes de aquellos pagos: Joyce, Wilde, Beckett. A este último, un mendigo le clavó la hoja de una navaja a solo dos centímetros del corazón. Cuando el dramaturgo del absurdo fue a visitarlo a la cárcel y le preguntó que por qué lo había hecho, el mendigo se limitó a contestar: no lo sé. Por si acaso, someteré a una estrecha vigilancia durante estos días a los indigentes dublineses, especialmente a quienes lleven una navaja en una mano y un ejemplar de Esperando a Godot en la otra. Aunque, si algo ocurriera, se confirmaría que la vida es un baile sin sentido entre dos silencios.
4 Comments:
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Bien, maestro. Y... ¿Sol?
De Sol se hablar'a a la vuelta. Desde Dublin, sin tildes, es un poco complicado. Juan
Bella y ¿peligrosa ciudad? ¿Viajas a Dublín?
Por lo que cuentas los escritores con talento son los que se llevan la peor parte, así que por si acaso, en cuanto veas un saco sospechoso de tener bischo dentro, con navaja o sin ella, echa a correr que aquí tienes mucho que bailar todavía.
Y cantar...
Then take Madrid
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