La fabulosa Fabu lleva razón: ¿a quién le importa lo que tú opines sobre Landero? No sólo lleva razón, sino que ahonda en una duda que me corroe desde hace tiempo: ¿para qué coño se abre un blog? No tengo respuesta. Como tampoco la tengo para que desconocidos que recalan por puro azar desde los lugares más insospechados en este blog (por cierto, mi lector chino ha desertado), dediquen media hora con nocturnidad y alevosía a recorrer sus páginas. No tengo, ya digo, respuesta. No soy vanidoso, ni tengo madera de líder, ni gran cosa que contar. Y sin embargo, escribo, contra la lógica, el sentido común y el más elemental de los decoros. O puede que, simplemente, mi padre también llevase razón cuando, siendo muy pequeño, me decía que era un
cascarilla, que no sabía callar. Por cierto, nada me haría más feliz que, de vez en cuando, los anónimos lectores dejasen algún comentario, para evitar este insufrible monólogo.