Llegado el caso, Bogart
Llegado el caso, Bogart reprimirá con un último suspiro la creciente náusea, se ajustará el sombrero, se subirá bruscamente las solapas de la gabardina, tirará la colilla hacia atrás, como remando al viento, y saldrá vestido ya con la mueca de faena. Mientras llega al callejón donde se ha citado con la negritud, sentirá la certeza de que esa es una batalla ineludible, aun a sabiendas de que se saldará con una derrota colectiva y de que una vez acabada la estupidez y la miseria seguirán desplazándose ajenas al resultado de la ecuación de tercer grado. Luego, se apartará púdicamente a un rincón aún más oscuro, pero solitario, y vomitará un gato de angora.
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