
Pues claro que la felicidad es momentánea. Sin ir más lejos, registro que esta mañana he sido feliz mientras me dirigía en coche hacia el instituto: M-40, la luna llena en el horizonte, un concierto de
Telemann en la radio, una galería presentida de rostros amables a quienes les hablaría de
Baroja. Entro en la clase del Bachillerato y escribo: Excmo. Sr. D. Pío Baroja y Nessi. Luego, me siento encima de una mesa libre y digo: cerramos el cuaderno; hoy no hay que tomar apuntes.