Los crímenes de Oxford
El título correcto debería ser El crimen de Oxford, porque es esta mágica ciudad, donde pasé un verano inolvidable, la que es masacrada. Película soporífera, con una logorrea insoportable, como si la incesante cháchara de los personajes quisiera maquillar lo endeble de la trama, lo enrevesado del guion. Los actores, John Hurt, Elijah Wood y Leonor Watling, no consiguen hacer verosímiles sus personajes. Se supone que el primero encarna un profesor crepuscular y cínico que está más allá del bien y del mal; el segundo, un joven mitómano que venera al primero y la chica, además de lucir un cuerpo de escándalo, debe ser el nexo morboso entre ambos machos. El resultado, frases con vocación de eternidad al margen, es un spaghetti negro, que ni siquiera el más o menos ingenioso final logra redimir. Claro que, como Alex de la Iglesia es español, parece un tipo ingenioso y dicharachero, goza de la simpatía indulgente incluso de lobos feroces como el afamado Boyero, se le perdona la vida y aquí paz y después crímenes. Para colmo de males, los palomiteros y cocacoleros ya ni siquiera respetan recintos otrora sagrados como los Renoir de Martín de los Heros. Un desastre, en resumen. Vayan a ver, en su lugar, En el valle de Elah, que tiene buena pinta, o This is England, que también.
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