Nati
Mi compañeray sin embargo amiga Nati pertenece a esa última hornada de profesores que, con su juventud exultante, te recuerdan que en esta carrera ya estás aproximándote a la última vuelta del camino. Confieso que Nati, con su pulcra sensatez, con ese azul sosegado con que te escucha, hace que nuestra hora compartida de guardia bibliotecaria de los martes sea una de las que más disfruto. De ser poesía, sería un soneto, con su arquitectura equilibrada y ecuánime y con esa armonía íntima que se desprende de la precisa y sabia disposición de los acentos. Por si fuese poco, es eficiente. Su revista Renglones me parece un prodigio de buen hacer. Gentes como Nati (y como Manuel, Jesús, Mª José y tantos otros) no sólo dignifican la profesión: son un aliciente para poner el coche en marcha cada mañana y enfilar la M-45 rumbo al Caro Baroja. Gracias por el azul de tu sonrisa tranquila.
2 Comments:
Como antigua compañera y actual amiga de Nati, concuerdo absolutamente con tu juicio sobre ella.
Ángela
Muchas gracias, Juan, por semejante e inmerecido elogio, lujoso incluso, aunque me parece exagerado. En serio. Comparto la opinión sobre las guardias bibliotecarias, uno de esos momentos de armoniosa charla intelectual salpicada de cotidianeidad, depende del día. Gracias a ti, o a Ángela, compañera de hace dos cursos, y a otros varios, actuales y pasados (ninguno olvidado). Profesionales como vosotros aumentáis las ganas de dedicarnos activamente a este oficio a los más nuevos, con el enérgico ejemplo de la silenciosa, pero eficiente, laboriosidad. Eso sí tiene mérito y resulta envidiable, tras tantos años de profesión.
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