A propósito de La sonrisa
Contaba García Márquez que él escribe para que le quieran sus amigos. Lo suscribo. De todo este proceso lo que de veras más me ha emocionado ha sido la reacción de los amigos. Gestos espectaculares como el del ya mencionado Cebe al margen, han sido muchos los que me han demostrado su infinita generosidad. Y no oculto que alguna reacción en particular me ha tocado la fibra íntima, como lo hace también el fiel seguimiento de este blog por un puñado de pertinaces lectores. Lady B tiene razón: soy un dependiente emocional. Sospecho que si no lo fuera me dedicaría a otra cosa, probablemente más rentable.
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