Diario irlandés
Si me preguntaran a qué escritor me gustaría parecerme, diría sin dudar que a Stevenson, por su eterno aire adolescente, por su coraje para vivir acorde a sus principios (y no los de la sociedad), por esa capacidad tan suya para reírse de las tempestades vitales y por su optimismo inquebrantable. Pero si la pregunta fuese con quién me siento más identificado, la respuesta sería Heinrich Böll. Como él, tengo una enfermiza propensión a la melancolía, una anacrónica conciencia de clase, devoción por los payasos, una profunda querencia por Irlanda y una crónica habilidad para alinearme siempre con los perdedores (eso explica probablemente mi fidelidad a la Real). Cuento todo esto porque acabo de releer el Diario irlandés de Böll, con las hermosas ilustraciones de Celestino Piatti, y he vuelto a sentir la misma fascinación de hace años, cuando lo leí por primera vez.
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