Pasados los 40, un hombre no necesita que le recuerden su escaso gancho entre las féminas, pero por si aún me quedara un mínimo atisbo de orgullo, Kelen, una joven y atractiva compañera de instituto, durante la comida de despedida se ha encargado de arrancarlo de cuajo. Girándose hacia su amiga Sole, le ha preguntado: y Juan, ¿qué materia da? Sole, otra compañera, le ha respondido: ¿Juan? ¿Quién es Juan? Eso mismo llevo yo preguntándome toda la vida.