Déjà vu
Lo confieso, cada vez llevo peor los comienzos de curso. Hoy, en mi debut, me encuentro con dos alumnos a quienes les importa una higa lo que yo pueda contarles. Me veo vendiendo una mercancía en la que no creo a unos clientes que no la desean. Hubo un tiempo en que pensé que la escuela servía para la igualdad de oportunidades. Hoy, entre la torpeza de los pedagogos, la desidia de la administración y probablemente el hecho de que este año sea el vigésimo quinto de mi carrera docente, no he podido evitar una intensa sensación de haber vivido esta situación demasiadas veces, como en el día de la marmota.
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