2020
Qué lejos estaba de imaginar a comienzos de año el alud de desgracias que se iban a suceder vertiginosamente. Este es un año que uno quisiera que nunca hubiera existido. La muerte ha afilado su guadaña y ha segado vidas sin cesar. La suya también. Ella, sin alarde alguno, me ha dado una lección de dignidad y compostura. La manera con que ha gestionado su adiós merecería mucho más que una entrada en un blog semiclandestino y una novela de dudosa valía. Eres muy grande, gorrión, siempre lo fuiste, aunque en ocasiones, torpe y ciego ante lo obvio, no alcanzara a verlo. Te quiero todo, amor.
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