El buen pastor
El valor de una película se mide por la densidad de los silencios y el grado de mutismo de los espectadores. En base a estos parámetros, he de admitir que El buen pastor es, pese a su larga duración, una película más que aceptable. Sin embargo, uno le pide al cine algo más que una factura impecable, una estructura narrativa sólida y unas interpretaciones convincentes. Le pide emoción. Paradójicamente, esta podría haber sido una película brillante de no haber pretendido De Niro demostrarnos en cada fotograma todo lo brillante que puede llegar a ser.
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