¿Cómo le corto el pelo, caballero?
Ese es el título de un libro de relatos de Luis Landero, que acaba de sacar novela, y me sirve para introducir una anécdota que me acaeció ayer en la peluquería. Dado que mi peluquero habitual, Mohi, anda el hombre por tierras marroquíes por un asunto familiar, en un arrebato ante el espejo me dio por cortarme yo mismo el pelo, al menos en la zona donde más molesto me resultaba. Sea porque las tijeras no fuesen las más adecuadas, o porque mi pericia no fuese la precisa, el caso es que me hice un desaguisado. Al día siguiente, me planté en otra peluquería. Nada más sentarme, el peluquero, rumano por más señas, no pudo reprimir su curiosidad: ¿quién le ha cortado el pelo? Al responder que yo mismo, con un gesto de gran contrariedad, me reprendió: no vuelva hacerlo; imagino que no habrá ido al trabajo así. Con tanta culpabilidad, acabé olvidándome la cartera. Menos mal que él, el peluquero, estaba al quite. Como Obelix, pensaría que estos españoles están locos.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home