Margaux
Margaux se fue ayer. Durante los nueve días que ha pasado en casa, se ha mostrado hermética, parapetada tras sus dificultades con el español, defendiéndose de nuestro asedio cordial con monosílabos. Al despedirse, se ha puesto a llorar. Cuando ha llegado a Grauhlet, en Francia, nos ha llamado. Le gustaría volver. Definitivamente, las personas somos insondables.
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