El espíritu de Pascual Duarte
Estoy tomándome un cortado en la terraza de un bar céntrico, en Cabeza del Buey, Badajoz, en compañía de mi hermano, y escucho cómo un tipo desgreñado de la mesa de al lado, con toda la pinta de ser un asiduo en descensos a los infiernos, le dice a su interlocutora: Yo, cuando me muera, quiero que me echen de comer a los cerdos; al menos así habré hecho algo últil en mi vida.
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