Sexo, mentiras y todo vale para seguir en el poder
Confieso que en los institutos por los que he pasado he hecho por lo general buenas migas con alumnos, compañeros, madres y conserjes y bastante deplorables con los equipos directivos. Estos últimos no han reparado en gastos para dañar mi reputación y me han hecho imputaciones de lo más peregrino. Pero nunca hasta ahora habían recurrido a comentarios insidiosos sobre mi vida sexual. Este es el primer instituto donde se me acusa al mismo tiempo de ser un mujeriego y de practicar la castidad forzosa. Por lo visto, después de la de Ruiz Gallardón, mi vida sexual es la que despierta más expectación.
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