Claustro
Siempre que hay un claustro recuerdo aquel dicho irónico: lleva usted razón, pero deje de golpearme con ella. Confieso que en los claustros a mí también me sale mi lado peor. Un tipo como yo, instalado en la duda y el asombro permanentes, se suma a la pontificación general, reparte sentencias y muestra ese punto de ira bíblica tan española. Parezco Rajoy, coño.
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