Caballero
Basta darse una vuelta fuera de Madrid para darse cuenta de lo irrespirable que se ha vuelto aquí la atmósfera. Como muestra, un botón. He pasado el fin de semana en un pueblo cántabro, Liérganes, y era un verdadero placer salir a comprar el periódico, a tomar unas cervezas. Nada de gestos adustos, rostros crispados y ese aire de suficiencia que caracteriza al último mono de la capital. Sin ir más lejos, llevo ocho años haciendo la compra en el supermercado de la esquina, y a pesar de las largas conversaciones futboleras con el frutero y el carnicero, me siguen llamando "caballero". Con un par.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home