Café
Debo confesar que lo que más me gusta de mi trabajo como profesor es la hora del café. Ocurre que a menudo se forman espontáneamente agradabilísmas tertulias, como hoy, con Gabriel, Laura, Juanjo y Pedro. Hemos hablado de Venus y de astronomía. Lo cierto es que ninguno de los presentes tenía la más remota idea sobre la materia, pero hemos hablado alegremente, como si la tuviéramos. En eso los españoles somos únicos. Un placer, ya digo.
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