Jefes
No me pregunten por qué tanta gente se esfuerza con denuedo por ocupar cargos directivos. En lo que a mí respecta, el único año que desempeñé esa función acabé con trastornos gastrointestinales y me temo que también psicológicos. Y eso que, para dar la razón a quienes me acusan de ser un tío raro, obligué al director que me había propuesto para ser jefe de estudios a llevarlo a votación en un claustro: debo de ser, probablemente, el único jefe de estudios elegido democráticamente. Claro que el resultado no fue para sacar pecho: el 90% de los profesores votaron en blanco, por lo que, como dije en aquella ocasión, era el señor Blanco quien debería, en justicia, haber ocupado el cargo. Durante aquel interminable curso, el caso más peliguado fue la peculiar manera que un alumno eligió para mostrar su desamor con una profesora: defecar encima de su mesa. Se me comprenderá fácilmente si digo que el asunto olía endiabladamente mal. Comencé por interrogar a los alumnos más señalados de ese curso, con resultados baldíos. Tuve que recurrir a sutiles amenazas de llevar el caso a la policía y a lo sagrado de las promesas ante un jefe de estudios, para que finalmente uno a uno acabarán señalando al autor de la fechoría. Por lo demás, ese periodo me sirvió para comprobar cómo los seres humanos tenemos un insano espíritu gregario, una tendencia funesta a las capillas y los clanes. Dado que el director, el inolvidable Evelio, tenía la sana costumbre (sana para él, claro), de delegar en mí los temas más controvertidos, unido a mi enfermiza propensión a sentirme culpable (qué buen trabajo hizo conmigo la santa madre iglesia) incluso por el Big Bang, mis intestinos decidieron empezar una guerra por su cuenta de tal calibre que, de no haber cesado en el cargo poco después, al acabar el curso, hubiera pasado a la historia como uno de los jefes de estudios más jóvenes en morir en acto de servicio (y el lector agudo me disculpará la trillada dilogía).
3 Comments:
A mí tampoco me gusta sobresalir en la vida en general, pero alguien tiene que hacerlo, pude tener un cargo público y literalmente huí, desde el punto de vista de la docencia, en ese caso particular, para que no hubiera habido chivatos odiosos, yo lo solucionaría diciendo que no habría castigo para el autor, le daría otra oportunidad, y quien fuese que me lo dijese en privado, los adolescentes son en el fondo buenos chicos.
Ese afan de notoriedad, debe encerrar algún problema personal. Es muy interesante su blog.Hizo bien en dejar el cargo porqueaunque resulte un tópico lo primero es la salud
Tampoc jo entec com hi ha gent que es trenca la testa per aconseguir alg�n c�rrec directiu i no para de lluitar fins que no aconsegueix el que s'ha proposat.
Recorde que en la meua primera destinaci� com a professora definitiva, m'enviaren a un col�legi unitari d'una zona rural, on havia de donar classe a sis xiquets repartits entre preescolar, primer, segon y tercer cicle de la EGB. Jo era al mateix temps claustre, directora, secretaria i cap d'estudis. No cal dir que era una situaci� que no envejaria mai cap persona amb els seus cabals. No obstant aix� un company em va felicitar i em va dir que ho donaria tot per a tindre a les seues mans el poder de tot l'equip directiu al complet.
Li vaig preguntar si tot all� anava de broma i tot bocabadat, em va dir:Qu� no hi ets contenta?
Gracias por ayudarme a enriquecer mi vocabulario. No había leído nunca la palabra denuedo, pero ya forma parte de mi competencia lingüística. Para los que no son tan hábiles en el uso del lenguaje como este estupendo escritor, les apunto su significado: brío, esfuerzo, valor, intrepidez.
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